No hace falta más que un coche medianamente competitivo y que su equipo trabaje en sintonía con él. Fernando Alonso se encarga del resto, de ganar carreras, de marcar la diferencia. Una avería y los coches de seguridad desfiguraron su victoria en Singapur. Dos semanas después ganó el GP de Japón, de tú a tú, a pelo, para sacar los colores a Ferrari y McLaren, para hacer más evidente que la lucha por el título ha convertido a Lewis Hamilton y Felipe Massa en un manojo de nervios entre accidentes y sanciones, para dejar claro que el otro campeón del mundo de la parrilla, Kimi Raikkonen, se apropió de un título que Ron Dennis le birló a Alonso.

"Soy un piloto más maduro. El año pasado cometí muchos errores, pero ahora he aprendido. Ahora sí estoy preparado psíquicamente", dijo Lewis Hamilton antes de la carrera. "Conduce de forma presumida, demasiado agresivo, con maniobras peligrosas e innecesarias", dijo de él Robert Kubica. Las dos primeras vueltas del GP de Japón le dieron la razón al polaco. Hamilton arrancó mal, perdió la primera posición en la larga recta de Fuji a manos de Kimi Raikkonen y salió a relucir lo peor del inglés. Quiso adelantar al finlandés en la primera curva y lo único que hizo fue pasarse de frenada y llevarse al finlandés fuera de la pista. Los comisarios, que le consintieron todo y le malcriaron en el 2007, le castigaron con un paso por boxes. Es la quinta sanción del año.

OTRA MANERA DE GANAR Podría costarle al título de no ser que Felipe Massa es de los que tampoco saben adelantar sin tocarse. Tan impaciente como Lewis. En la salida también se pasó de frenada y se fue por la escapatoria con Heiki Kovalainen.

Ya en la segunda vuelta, y antes de que Hamilton cumpliera el drive through , reaccionó mal al ser adelantado por Hamilton e intentó pasarle en la segunda curva por donde no había espacio. Impactó con el inglés y el McLaren se quedó parado en la pista. Castigo para Massa, otro paseíllo por la calle de los garajes. Los dos candidatos a la cola, castigados por niñatos, ahora separados por cinco puntos porque Massa remontó hasta la sexta posición.

Pero hay otra forma de pilotar, de entender la ética en la pista. Por ese camino se jugaron el triunfo Kubica y Alonso. El asturiano vio que el polaco se pasaba en la frenada de la primera curva y se abrió, aún sabiendo que perdería la posición.

Eso es siempre mejor que volver al box con el alerón colgando o penalizado, sobre todo cuando eres primero y segundo y con 66 vueltas por delante.

Kovalainen perdió la tercera posición cuando el motor Mercedes de su McLaren se rompió en la vuelta 16, algo que no ocurría desde que Raikkonen estrujaba los motores alemanes en el 2006. Trulli heredó la cuarta plaza por delante de Raikkonen. Alonso supo entonces que el triunfo estaba al alcance. Destrozó sus neumáticos siguiendo a Kubica en el primer relevo y pidió a su ingeniero, Dave Greenwood, que redujera el tiempo de la primera parada para salir por delante del polaco. Las carreras se ganan así, con el cerebro procesando todas las variables de la carrera. Y con manos, claro.

"Push like hell" ("tira como un demonio"), le gritaba su ingeniero por radio. Alonso necesitaba, al menos, seis segundos de ventaja sobre Kubica porque se detendría cuatro vueltas antes en la segunda parada.

Y vaya si tiró. Siete décimas por vuelta: 13 segundos de renta. Regresó por delante y mimó el motor del R28 que también utilizará en China. Por radio le contaban que Raikkonen había adelantado a Trulli y se echaba encima de Kubica porque el polaco sufría un terrible grainning en sus gomas. Pero Kubica defendió con garra su segundo puesto en una lucha tan espectacular como limpia y ahora incluso tiene opciones matemáticas de luchar por el campeonato del mundo en las dos carreras que quedan, los de China y Brasil.