Estaban seis de los ocho integrantes de la primera junta directiva. Solamente faltaban, por fuerza mayor, el jugador de tenis de mesa Juan Bautista Pérez y la atleta Sonia Bejerano. La Unión de Deportistas de Alto Rendimiento de Extremadura (Udarext) nació ayer públicamente en la Ciudad Deportiva de Cáceres en una presentación oficial marcada por la ilusión y la igualdad, al tiempo que por su condición de inédita.

«Aquí estamos olímpicos y paralímpicos. Tenemos una unión muy fuerte. No hay diferencias». «Los deportistas tenemos mucho que decir». La filosofía con la que inician su particular aventura es diáfana. Los ejemplos de la jugadora de rugby María Ribera y la de voleibol Carmen Castaño, que llegaron expresamente desde Barcelona y Palma de Mallorca, respectivamente, para la cita, reflejaban la cohesión del colectivo, que de momento integra a los 107 deportistas considerados de alto rendimiento, que tendrán que dar su consentimiento expreso para ratificar su integración en él.

La primera presidenta es la haltera Loida Zabala en lo que es para ella «un honor». La deportista de Losar de la Vera reveló que la idea surgió el pasado 28 de diciembre en el encuentro que mantuvieron con la directora general de Deportes de la Junta, Conchi Bellorín, presente en la cita. Además de Zabala, Castaño y Ribera, en la primera e histórica directiva están Pablo Villalobos, Quini Carrasco, Miguel Coca. También se encontraba en la cita de Cáceres el paratriatleta Toni Franco.

La Udarext es una entidad sin ánimo de lucro que nace para asesorar, defender y apoyar a los deportistas, pero también podría ampliarse a otros ámbitos, como los entrenadores, considerados no menos importantes. De momento, sus fundadores pretenden consolidarse y avanzar en la particular lucha del colectivo, al que Bellorín aseguró que va a apoyar desde el inicio.

«A veces protestamos mucho y aportamos poco», expresó Ribera en su clarividente intervención, cargada de emotividad y reivindicación. «Son necesarias las ayudas», apuntó, denunciando ella y Castaño las desigualdades y que también tienen que trabajar por tratar de igualar los sexos. «Yo, por ser mujer, tengo que pagar una licencia», dijo. Más de 300 euros que tiene que aportar al año, más otros 30 euros mensuales. Y eso que está en un equipo de rugby de primera línea nacional e incluso es una fija en la selección española. Castaño, ingeniera de telecomunicaciones, se fue a Palma de Mallorca, pero lo hizo con cierto regusto amargo. Ella admitió ayer una vez más que le hubiera gustado seguir en Arroyo. Pero ni a ella ni al resto le ha bajado un solo ápice la ilusión.