La austeridad que está presidiendo el verano futbolístico de primer nivel también está afectando a los clubs extremeños de Segunda División B. Desde las grandes estrellas mediáticas hasta los currantes de las categorías menos profesionalizadas, los recortes se imponen sobre el despilfarro económico de años atrás.

Ninguno de los seis clubs de la región ha sido una excepción y todo apunta a que sus plantillas se completan con futbolistas sin excesivo glamour en la categoría y con ajustados contratos a la baja. El Cacereño, el más madrugador a la hora de cerrar el equipo, es buena prueba de ello. Sólo uno de sus fichajes jugaba la pasada temporada en Segunda B, lo que indica que Félix Campo no ha tenido que rascarse excesivamente el bolsillo.

Mientras, al Badajoz le aguarda un futuro dudoso. Con el club en venta, aún no se sabe quién será el entrenador y qué jugadores vestirán de albinegro. Hoy está previsto el inicio del trabajo, con el preparador físico, Juan Pedro Mancha, al frente.

El Mérida sigue con la incógnita de si los empresarios apoyan, aunque la desaparición planea. El Villanovense trata de no pagar su bisoñez en Segunda B sondeando bien el mercado y adecuándose al cambio de categoría. El Jerez aguardará hasta última hora para encontrar sus clásicos saldos de enorme rendimiento, mientras que el Extremadura ha sido el único que ha llamado la atención con el fichaje del brasileño Rubenilson.