El puerto deja poco espacio para el paddock en Mónaco. Entre los pantalanes, vallas y camiones se cruzan angostos caminos al abrigo de fotógrafos y curiosos, un lugar ideal para que Max Mosley, el presidente de la FIA, pase desapercibido en su regreso a la F-1, pero también un rincón idóneo para cambiar cromos en el baile de pilotos que cada año comienza en el GP de Mónaco. Hay quien dice que Luis García Abad, mánager de Fernando Alonso, y Mario Theissen, director de BMW, han reanudado las conversaciones que aparcaron durante el Gran Premio de Hungría del año pasado. Aseguran que el alemán tantea la posibilidad de dar el asiento de Nick Heidfeld al bicampeón.

El gran rendimiento de Robert Kubica esta temporada ha hecho subir su cotización en la misma proporción que ha hundido el prestigio de Heidfeld, al que, literalmente, ha vapuleado en cinco carreras. "Nick está teniendo problemas de pilotaje para alcanzar la temperatura ideal en sus neumáticos en la vuelta de calificación", asegura Theissen que, de puertas afuera, intenta proteger al alemán. "El año pasado no presionamos a Robert y ahora es lo mismo con Nick, la presión no ayudaría".

LA CRISIS DE HEIDFELD Pero Heidfeld atraviesa un bache de confianza y sabe que Theissen está pensando en despedirle. Ayer fue de nuevo superado ampliamente por Kubica durante los entrenamientos libres. "La F-1 es mi vida, así que no estoy disfrutando de esta situación, precisamente", reconoció el alemán de 30 años.

Mientras en el paddock se suceden los movimientos, en la pista se plasmaba el duelo Kimi Raikkonen-Lewis Hamilton por los mejores tiempos. Pero esos cronos o el séptimo puesto de Alonso pueden ser una mera anécdota ante una carrera para la que "las predicciones de McLaren dan lluvia al cien por cien", según desveló Pedro Martínez de la Rosa. "En Ferrari es de que llueve el sábado y el domingo", confirmó Marc Gené.