No es extremeño, pero dice sentir muy de cerca a un equipo de esta tierra: el Cacereño. De hecho, el padre de Félix Campo, del mismo nombre, es presidente y propietario del club verde, en el que el portero ha estado tres años en dos etapas distintas. El miércoles por la noche fue decisivo en que el Baza, un recién ascendido a Segunda B, eliminase al Málaga en los penaltis tras el 1-1 final. "Los penaltis son suerte. Te tiras por un lado y si coincide que el jugador lo lanza por ahí, puedes pararlo. De lo que estoy contento es de mi actuación en el partido en sí", contaba ayer. Las crónicas de los periódicos nacionales reflejan las enormes paradas de Campo junior ante Chengue Morales y Salva Ballesta.

"Estoy contento aquí, aunque me vine sin pensármelo. Jugando todos los partidos me han dado mucha confianza, pero esto da muchas vueltas", afirma, mientras se prepara para su vida tras el fútbol, pese a su juventud. "Me estoy sacando el carnet de camión y también pienso en sacar una plaza de bombero", agrega.

Por su antigua vinculación siempre se intenta enterar rápido del resultado del Cacereño los domingos. "Le tengo mucho cariño. Quedan amigos allí. ¿El equipo? La temporada pasada tuvo un papel discreto y ésta no está siendo mala",opina. Asegura que no asesora a su padre. "El y la gente del club saben bien lo que tienen que hacer", remarca.