Si existe un mínimo de rigor, las alarmas tienen que estar todas encendidas. El fútbol extremeño, que vivió sus días de vino y rosas en los 90, ha entrado en el nuevo siglo inmerso en una palpable crisis de identidad y sin ser capaz de quitársela de encima anda. Los últimos marcadores, y algunos otros factores del entorno que llegan hasta la mismísima FIFA, han colocado al borde del precipicio hasta a cuatro de los cinco representantes extremeños en la Segunda División B. Una categoría que, por otra parte, es el techo de ese mismo balompié regional que estuvo cuatro campañas de forma consecutiva haciendo historia en la Liga de las Estrellas .

El Don Benito es penúltimo con 30 puntos cuando el límite de la salvación total, por encima de la promoción de permanencia, está en los 36. El cuadro calabazón cesó a Javi Pereira, el técnico que los llevó a Segunda B el pasado año, y con Escalante tampoco consigue sacar la cabeza del pozo en el que se encuentra.

Respiró el Jerez con la goleada dominical al Lorca. Pero aún así, el equipo templario es decimoséptimo, o cuarto por la cola que diría un castizo, y sus 35 puntos le tienen en el filo de la navaja aunque su situación no sea desesperada del todo.

Si hay que tener en cuenta la gracia que la FIFA le ha hecho al Extremadura, y pendiente de la devolución de los tres dichosos puntos, también tiene 35 el Extremadura. Aunque en el campo ha ganado 38. Los más pesimistas lo sitúan en esa posición decimosexta que llevaría directamente a la promoción de permanencia. También en Almendralejo se prescindió del técnico que inicio la temporada, Cisqui, y ahora con Bizcocho y los imponderables la media tampoco es nada del otro jueves. La derrota del domingo ante el Linares, primera de la temporada en el Francisco de la Hera y tras ir por delante en el marcador, ha complicado mucho la historia de un equipo azulgrana al que se le están dando demasiadas puñaladas miserables últimamente.

UN DITER A LA BAJA Y ni siquiera en Almendralejo termina la historia. Más al sur, en Zafra, está ese Díter rutilante en el inicio de competición que ahora lleva demasiado tiempo atascado. Sus 37 puntos no son garantía de nada y no deben descuidarse los de Rus si no quieren llevarse alguna ingrata sorpresa.

Sólo los 43 puntos del Badajoz, ahora apeado de sus ilusiones de ascenso, son garantía de algo tangible en lo que a la permanencia se refiere.

Y lo peor es que los precedentes inmediatos no son nada gratificantes. El pasado año, de los seis equipos de la región que había en la categoría, tres descendieron: el Cacereño, el Mérida y el Villanovense dijeron adiós a una categoría que definitivamente parece gafada para algunos de ellos. Ojalá no se repita la historia, piensan, y menos que se vea superada en negativo, y que en estas seis jornadas que quedan se puedan salvar cuantos más muebles mejor.