Pep Guardiola, un fanático del cruyffismo , ha construido un Barça más cruyffista que el dream team . Llegado el primer momento cumbre de la temporada, con el Real Madrid de Mourinho como rival, el técnico volvió al origen, apeló a esa fidelidad obsesiva a la pelota --"atacamos con ella, nos defendemos con ella, somos lo que somos", dijo a sus jugadores-- y rescató el fuego interior que anidaban dentro para conseguir el 5-0 del siglo XXI.

El mensaje: "Hay quehacer lo de siempre"

Tres meses después, llegó la noche esperada. Y como acostumbra, Guardiola eligió lanzar mensajes cortos. Llegado ese momento, el técnico escogió las mismas palabras que había empleado ante la prensa. "Mourinho sabe que iremos a atacarles. Somos lo que somos", había dicho el entrenador en la noche del domingo. No hablaba Guardiola solo para los periodistas. También hablaba para sus jugadores y, de paso, para el técnico del Madrid. "Tenemos que hace lo de siempre". Y sus jugadores le hicieron caso.

"Hacer lo que estáis acostumbrados", prosiguió. Ni más, ni menos. Como si fuera el Almería, aunque con un par de novedades que hipnotizaron al Madrid de Mou.

Innovación: "Leo, bajas.

Y Xavi y Andrés llegan"

Hace año y medio, en otra noche memorable para el barcelonismo (el 2-6 del Bernabéu), Guardiola introdujo un cambio táctico sustancial. Puso a Messi de falso delantero centro y cuando Juande Ramos, entonces técnico blanco, quiso darse cuenta ya tenía media docena de goles en la portería de Casillas. El lunes, sin embargo, Guardiola fue un poco más allá. "Leo, tú bajas. Y Xavi y Andrés llegan más". O sea, Messi transformado en un centrocampista más, a la altura de Xavi, Iniesta e incluso de Busquets, para sorprender al Madrid. Pepe y Carvalho, los dos centrales blancos, se quedaron entonces sin referencia alguna.

"¿Dónde está Messi?", se preguntaban ambos con la mirada. Lo tenían cerca, pero muy lejos. Si iban a buscarlo, dejaban desnuda a la zaga porque Pedro y Villa, dos flechas, rompían por fuera a Ramos y Marcelo, desarbolados por la velocidad azulgrana. Iban de fuera hacia dentro. Si Pepe y Carvalho lo esperaban atrás, Messi creaba superioridad en el centro del campo abriendo pasillos para Xavi (primer gol), Iniesta y dio dos pases de gol a Villa. No hubo un Messi, hubo muchos Messi.

Descanso: "Tranquilos,solo interesa el fútbol"

El equipo de Guardiola llenaba el medio campo con Messi y, al mismo tiempo, provocaba que los madridistas persiguieran fantasmas. Cuando creían llegar a la pelota, ya estaba en otro sitio. Y siempre en los pies azulgranas. Jugó mucho el Barça por dentro para acabar finalmente por fuera. Pero llegó la tangana entre Cristiano Ronaldo y Guardiola. El técnico azulgrana no le dio la pelota y el luso le empujó, provocando unos minutos de tensión.

Al Madrid le interesaba ese terreno emocional; al Barça, no. Y llegó el descanso. "Estad tranquilos, solo interesa el fútbol. Solo somos mejores jugando a fútbol", vino a decirles Guardiola a sus jugadores, instándole a huir urgentemente de esa batalla. Al Barça no le llevaba a ninguna parte. ¿Por qué? Porque cada vez que se detenía la pelota, el Madrid descansaba. "Hay que moverlos de un lado a otro, hay que cansarlos. Que no se pare más el partido", pedían los técnicos. Y no se paró en una frenética segunda parte con el Barça hurgando detrás de la espalda de la defensa blanca.

La ambición: Y Pedro

´hizo caso´ a Marcelo

Cada gol fue un monumento al ingenio. El balón estaba en un lugar para despistar al rival y, al segundo, llegaba a la otra punta del campo para que Xavi, Pedro, Villa, en dos ocasiones, y hasta Jeffren rubricaran una impecable obra de arte táctica.

Cada gol retrató la impotencia blanca. Pero, tal vez, ninguno simboliza la esencia del Barça como el segundo, el de Pedro. En esos casi tres minutos de partido, el Madrid, desquiciado, solo tuvo la pelota en su poder durante cinco segundos. Messi tocó para Pedro y este se la dió a Xavi. Marcelo obstruyó al canario, pero la pelota siguió en juego porque Iturralde González concedió la ley de la ventaja. Mientras Xavi envió el balón a Villa (desde la derecha a la izquierda, de dentro a fuera), Marcelo se encaró con Pedro, tumbado aún en el suelo. "Anda, levántate. Venga ya", le dijo el brasileño. Pedro le hizo caso: se levantó con tanta energía que adelantó al ingenuo Marcelo por la derecha para marcar el 2-0. El símbolo de la voracidad del Barça.