El fútbol sala es un deporte espectacular. ¿O era? Es evidente que la popularidad de este primo hermano del fútbol ha descendido mucho por el tacticismo en el que ha derivado en los últimos años. Mucho pase, mucha colocación y reducir a la mínima expresión los riesgos han pesado en negativo para la regresión y la bajada de expectación alrededor de las ligas.

Hasta hace diez años, Extremadura ha tenido clubs disfrutando la élite, en la máxima categoría. Y además de forma consecutiva, todos ellos en Cáceres: desde los tiempos de la Distribuidora de Recambios, en los años 80, pasando por El Periódico Extremadura y terminando en el Forma. Fueron años muy bonitos, con espectaculares partidos en el ahora llamado Pabellón Serrano Macayo.

Aquello acabó por mil razones diferentes, no todas conocidas públicamente. Con la reorganización de categorías y el impulso de gente con mucho amor al fútbol sala, durante los últimos años hemos tenido tres-cuatro equipos en Segunda B, lo cual no está mal en los tiempos que corren.

Pero uno de ellos, el GV Cerro de Reyes, está a punto de subir a Segunda tras protagonizar una espectacular campaña, en la que ha sido líder a lo largo de toda la temporada. Ahora, en la final por el ascenso, ha firmado un 0-3 en Noia, con lo que muy mal se le tenía que dar como para fallar y quedarse fuera.

En la tierra que vio nacer al campeón del mundo Javi Sánchez (otro año más sin Medalla de Extremadura el que para mí es el mejor deportista de la historia de la región) el fútbol sala siempre ha sido importante. Por eso que suba el Cerro será una saludable noticia. Me consta que cada partido del equipo pacense que entrena David Serrano el divertimento está garantizado porque especula poco y juega muy bien. Venga, Cerro, coge el testigo.