Todo salió redondo. Y eso que el expresidente del club Enric Reyna no las tenía todas consigo. "Sufriremos, me lo dice la nariz", afirma el hombre que dio paso a la presidencia de Laporta. Al final disfrutó como todos y sus augurios no se materializaron.

Ya en la media parte todo se veía bastante claro. Aunque no todos lo percibían igual. "El Barça es un poco como CiU, manda pero no gobierna", le decía a Oriol Pujol un veterano cronista de la vida política de Barcelona. Al final también se equivocó. El Barça mandó y gobernó. Vaya si lo hizo. A lo grande, como se los pasaron todos los barcelonistas en el Olímpico de Roma.

En el graderío, sentado tranquilamente, Lorenzo Serra Ferrer observaba una situación que él no pudo vivir pero que le hubiera gustado: jugar una final de la Champions. Todavía faltaban unas dos horas para el inicio del partido, pero ya lo tenía claro. La experiencia es un grado. "Hay que se optimistas. Si el Barça juega como todos sabemos, ganará seguro. No hay por qué preocuparse", vaticinó el exentrenador del Barça, convencido de que el Manchester United saldría con una táctica defensiva. "Su arma es el contrataque y la explotará", añadió tras considerar que Keita debería jugar como lateral izquierdo. La acertó en lo primero y falló en lo segundo. El Barça se dio un baño, sobre todo en la segunda parte, pero Sylvinho se ganó el honor de disputar el partido más importante de su vida. Luego, cierto, salió Keita, pero para relevar a Henry.

"¿Cómo lo ves?", le preguntan a este periodista cuando Ferguson acaba de sacar a Scholes y Berbatov. "Esto está ganado. Ya la tenemos", se avanza el padre de Terribas, un culé venerable, de los de siempre, de toda la vida. "Hace más de 25 años que soy socio. Esto es impresionante", reitera sin aún creerse lo que los barcelonistas han visto cumplido tras más de 108 años de vida. No es para menos. "Seguro que mañana tendrás muchas menos quejas", suelta un aficionado a Rafael Ribó, el hombre que vela por los derechos de todos los ciudadanos. Y es que cuando uno está feliz, contento, dichoso, las penas son menos penas.

Larga espera

Antes del partido, un concurso amenizó la larga espera. Se trataba de adivinar preguntas sobre la historia de ambos clubs. Una hizo referencia a cuántos goles había marcado Laudrup en el Barça. Una sonora pitada acompañó la aparición de su nombre en el videomarcador. Y es que los culés hay cosas que no podrán olvidar nunca. "Bote, bote, bote, madridista el que no bote", se desgañitaba el graderío azulgrana.

Puyol levanta la orejona y todos, ya en alto, aplauden y gritan a rabiar. Son momentos únicos, inenarrables para el barcelonismo, un triple campeón de leyenda. Siguen los abrazos, las felicitaciones. Besos y más besos. El colega de CiU, tras compartir 90 minutos de una final fantástica --ya puedo decir que somos amigos--, se suelta: "Ven que te beso la calva". Pues eso, escrito queda. Mientras acabo la crónica pienso que trabajar en los pupitres de prensa es menos divertido.