Javi Sánchez dice que no se siente emocionado. "Más que nada, estoy agradecido a que Cáceres se vuelque con un deporte bonito, moderno, extraordinario". El ya mítico exjugador de fútbol sala cacereño muestra su satisfacción así, apenas cinco minutos después de terminar el partido. Mientras, no se cansa de firmar autógrafos.

Y es que el pabellón multiusos Ciudad de Cáceres nunca se había llenado en un evento deportivo. Sólo Zapatero y Almunia, en sendos mítines, lo habían logrado, pero ésa es otra historia. Ni siquiera en un Cáceres-Real Madrid. Ayer había pequeños huecos en los fondos, pero había lleno y en las caras de Fermín Naranjo y Ricardo Moreno, factotums del fútbol sala cacereño, se denota euforia.

Antes del partido, homenajes continuados a Javi Sánchez y van... placas y más placas: Juan Espino, presidente de la extremeña de fútbol; José María Saponi, alcalde de Cáceres; Juan Andrés Tovar, presidente de la diputación. Todos están con Javi, pero los verdaderamente importantes están en las gradas y en el palco, donde están, entre otros, hombres de la base de toda la vida en la ciudad, con dos nombres propios y no tan anónimos para muchos: Don Gerardo --que excelente tarea la suya en el Diocesano-- y Domingo Camello, incombustible bregador del fútbol cacereño.

Los prolegómenos tienen sólo un punto negro: la pitada al alcalde, pero todo se olvida cuando se terminan los homenajes, Javi hace el saque de honor y el partido empieza.

Los recuerdos

El multiusos es un festín, con miles de banderitas españolas, intimidación al rival y ánimos constantes sobre el combinado nacional. Sólo un exaltado lanza un objeto en el segundo tiempo, pero pronto es recriminado por la afición.

El espectáculo está en la grada, con una muchachada impresionante, muchos de cuyos protagonistas proceden de las escuelas deportivas municipales.

En el descanso hay un familiar del mejor deportista extremeño de la historia --estadísticas en mano-- que no puede contener la emoción. Angel Sánchez, padre de Javi, se resiste a contar detalles del inmenso anecdotario de la vida del cacereño, por aquello del momento, pero él se queda con el álbum de fotos que, durante años, han elaborado en una asociación de ayuda a niñas con síndrome de down en Castellón. "No es casualidad. Tampoco que un niño de Teruel de 12 años le escriba; el deporte es muy grande, como dice mi hijo, y hay que quedarse con estos recuerdos". Y así se quedó el más grande, orgulloso de los suyos.