Por triste que sea, la honestidad no está exenta de arancel y a veces su pleitesía es demasiado elevada. Conocí a Carmona como árbitro de una mítica regional en la que hacía falta mucho valor para vestirse de árbitro. Y su independencia, ser juez y no parte, era su virtud más sobresaliente. Pues ahora ese mismo valor le ha sacado del arbitraje. Se va un grande que no se doblega, honrado a carta cabal y que se viste por los pies. Para pelotas y rastreros ya quedan algunos de sus excompañeros. Pedí que me guardasen el video del Atlético de Madrid-Valencia último y cada vez me dan más ganas de vomitar, bocazas. Mis respetos, Fernando.

*Periodista.