Joan Laporta anunció ayer que se mantiene firme en su decisión de no dimitir, pero se enfrenta a una rebelión interna partidaria de forzar su marcha de consecuencias imprevisibles. Un grupo de directivos tienen intención de plantear en la reunión de la junta de mañana la renuncia del presidente como única salida posible a la crisis del club. Si no logran su objetivo, algunos de ellos sí darán el paso de dimitir al entender que el club será ingobernable.

El futuro de directiva azulgrana es una incógnita, que cada hora que pasa se complica un poco más. La postura de Laporta y de su círculo más cercano de directivos no ha cambiado, y siguen convencidos de que la situación de crisis provocada por el resultado de la moción de censura se puede revertir con un cambio de estilo y reajustes en la junta. Pero el sector de quienes consideran que Laporta no puede continuar ha ido ganando apoyos.

SIN INTENCION "No tengo intención de dimitir. Estamos legitimados para continuar. Lo importante ahora es recuperar la calma institucional", reiteró ayer Laporta a su llegada a El Prat, después de haber sido reelegido en Nyon como vicepresidente de la Asociación de Clubs y donde le esperaba Albert Perrín, disipando los rumores que durante todo el día apuntaron a su decisión de arrojar la toalla. Esa no es su idea. La cuestión es si podrá resistir las presiones que recibirá en la junta de mañana y, sobre todo, sus consecuencias si se hacen efectivas las dimisiones. Hasta nueve directivos se plantean esta opción. Algunos no tienen dudas. Si Laporta sigue, se van. Otros podrían variar su actitud en función del debate que se genere en la reunión y de si realmente se vislumbra un cambio sustancial.

Pero lo que es imposible es que exista consenso y que la crisis se cierre sin que la directiva sufra una dolorosa herida, más grave incluso que la que provocó la marcha del grupo de Rosell. En el sector de los que quieren convencer a Laporta para que se retire figura el vicepresidente Ferran Soriano, uno de los que inicialmente veía posible su continuidad pero que ha acabado asumiendo la idea de otros compañeros de que la situación será insostenible y que el club estará sometido a una constante presión. Así, señalan la asamblea de socios del 16 de agosto como cita en la que puede escenificarse otra manifestación de rechazo.

DISCREPANCIAS El vicepresidente primero Albert Vicens tiene decidido dimitir, pero aceptaría ocupar el puesto de Laporta y presidir el club hasta las próximas elecciones, bien en el 2010 como esta previsto o adelantándolas al 2009. Soriano se quedaría como segundo. La tesis es que el proyecto común es bueno y que merece mantenerse, pero la presencia de Laporta dificulta que pueda llevarse a cabo en un ambiente soportable. La duda es cuántos directivos compartirían esta propuesta y, sobre todo, si los afines a Laporta podrían sumarse, siempre y cuando evidentemente él transigiera. No es fácil que prospere esta opción a menos que el presidente cambie radicalmente de postura. En la reunión que Laporta mantuvo el lunes con su núcleo más próximo (Yuste, Franquesa, Boix, Perrin) se trazaron bases para el cambio de estilo. Pero la idea de que ese debate interno pueda conducir a un pacto resulta cada vez más inviable. Así que todo parece encaminado a que el Barça sufra mañana otra moción, esta vez interna.