Antonio Martínez Doblas tiene la decisión de destituir o no a Manolo. Según dijo ayer, no quiere tomar medidas "en caliente" y se lo pensará muy mucho antes de despedir a un técnico por el que él ha apostado ciegamente. El Cacereño, es cierto, es último, y la dinámica es negativa, pero no estoy tan seguro que echar a Manolo vaya a venir bien ahora. Los resultados mandan en el fútbol, pero el propio Manolo está manteniendo la calma --más que más de uno en el club-- y su experiencia como futbolista, que no como técnico, le está valiendo para comportarse con tranquilidad. Hay que recordar que, como jugador, ha vivido en un vestuario tan convulso y especial como el del Atlético de Madrid. Y que este detalle tiene poso. ¿Qué habría que echarle en cara al técnico? Quizá la equivocación en algún fichaje y que las bandas no estén lo suficientemente aprovechadas, pero muy poco más. El equipo, que realmente no ha confeccionado él, intenta jugar al fútbol, pese al patatal del estadio. ¿No se estará confundiendo la identidad del culpable?