En plena época de crisis deportiva en la región, reunir a 4.000 seguidores en un acto deportivo tiene mérito. Mucho mérito. La prueba puntuable del campeonato de Extremadura que se disputó ayer en el circuito de Las Arenas --Malpartida de Cáceres-- dejó una vez más a las claras que existe un grupo cada vez más nutrido que demanda pruebas de motor en la comunidad. Y no se trata de un hecho puntual, sino que durante los últimos años no han sido pocas las competiciones que se han encargado de poner de manifiesto que estas pruebas mueven a la gente. Y eso debería ser tenido en cuenta por los respectivos rectores políticos, que buscan la varita mágica para recuperar en Extremadura la pasión por el deporte.

La prueba que cada año se disputa en el circuito de Las Arenas es vivo ejemplo de evolución y los seguidores de las motos responden en consecuencia.

¿Locos o valientes?

Mención especial merecen los pilotos. Quitarse la escayola para subirse a la moto, ofrecer un recital de saltos y ganar es toda una lección de casta. Algunos creen que no pueden estar muy bien de la azotea para hacer algo semejante, pero para el Juan Carlos Sánchez Tigre , Christian López o Jonathan Márquez subirse al podio, aunque sea arrastrando la pierna, tiene un significado muy especial. Por ese orden concluyeron en la clasificación general tras las dos mangas en senior 125-250 cc. Lo que se echó de menos el champán para los ganadores. O por lo menos para los mayores, porque los jovencísimos pilotos que compitieron en alevines no tienen edad de beber alcohol, aunque sí valor para volar con sus motos diminutas. El mejor alevín fue Alejandro Franco. En juvenil-cadete, Francisco Utrilla demostró porqué es subcampeón nacional. No sólo venció, sino que sobre todo encandiló con sus saltos.