La gran final quedó para otra ocasión. La cara de decepción y enfado de Roger Federer no podía ser más evidente sentado en su silla y esperando recibir otra vez la placa de finalista. Tenía motivos. "Estoy triste por el juego que he hecho", dijo nada más salir de la pista central. Era cierto. No tuvo su día pero tampoco luchó para cambiar el rumbo que pronto adquirió el partido. Ayer, a Rafael Nadal le bastó con aguantar la primera embestida y controlar los escasos golpes geniales de su rival y esperar con paciencia a que pasara el tiempo para ganar por 6-3, 4-6, 6-3 y 6-4. No necesitó hacer mucho más ante un rival que no parecía el número 1 del mundo, al menos viendo las estadísticas del partido. Federer solo logró un break point de 17 y sumó hasta 59 errores no forzados durante las 3 horas y 10 minutos de su calvario. Mucha ventaja para Nadal.

Federer había asegurado que tenía preparado un plan para la final. Pocos lo vieron. El tenista suizo empezó con agresividad apoyado en su saque, forzando el revés de Nadal e intentando buscar el golpe matador con la derecha. Una táctica que no sorprendió al jugador de Manacor. Se la sabe de memoria. Así ganó en la final de Hamburgo y así se sentía confiado el suizo para intentarlo en París. Pero para conseguirlo no podía fallar tanto como lo hizo ayer dejando escapar una tras otra todas sus oportunidades.

JUEGO EN BLANCO La primera llegó en el tercer juego cuando dispuso de un 15-40 pero mandó los dos golpes lejos de las líneas. Tres juegos después estuvo luchando durante más de 11 minutos para ganar uno de los cinco break points que tuvo y tampoco pudo conseguirlo para su desesperación y a pesar de los ánimos que su amiga Mirka Vavrinka le daba continuamente desde el palco. No solo eso, sino que en el siguiente juego Nadal aprovechó su primera oportunidad para ganárselo en blanco y encarar el primer set.

"La verdad es que me ha ayudado bastante que al principio no lograra ningún break. Federer me estaba dominando con su saque pero ha cometido muchos errores. Lo mejor para mí ha sido que he aguantado bien y no he fallado", valoraba Nadal que debía recordar que el año pasado Federer tuvo una salida espectacular y le endosó un 6-1. Por eso posiblemente entró en la pista muy respetuoso, contenido, sin decidirse a atacar y esperando a ver cómo respondía el suizo. Pero eso sí, con el mono de trabajo puesto para agarrarse a la pista y no dejar por nada del mundo que Federer le arrebatara el primer set. Conseguir ese objetivo le dio tranquilidad.

El número 1 del mundo intentó rehacerse como pudo y tuvo su premio. Después de una hora y 20 minutos pudo convertir su primera bola de break tras 10 intentos. Lo celebró con rabia y con el puño cerrado hacia su palco. Pero a pesar de eso tuvo que sufrir para apuntarse la manga y arrebatarle el primer set del torneo al campeón. Federer lo logró a trancas y barrancas, tras dejar escapar antes cuatro set balls contra el saque de Nadal. De nada le sirvió tampoco la seguridad con la que acabó ganando el set. Tres puntos de saque y una volea perfecta sin respuesta de Nadal.

Hasta ahí llegó. En el tercero encajó un break de salida para colocarse 3-0 en contra. Nadal cambió su táctica. "Le estaba forzando demasiado al revés y mi margen de seguridad era cada vez más pequeño, así que opté por cambiar y abrir a la derecha". Resultó. Federer se sorprendió y no tuvo reacción. "Estoy decepcionado de mi actuación en el tercer y cuarto

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