Con el tiempo será el mejor deportista español de la historia, si es que no lo es ya. Los elogios a Rafa Nadal se acaban. Su enésimo épico triunfo en la carrera profesional de este joven de 22 años tiene mil lecturas positivas. Una de ellas es el tono unánime del orgullo de sentirle como un referente de nuestro deporte. En la era de las autonomías, cuyo debate sobre su practicidad a veces genera tanta crispación, los extremeños, los asturianos, los catalanes o los andaluces consideramos que Rafa forma parte de algo muy nuestro, de un fenómeno del que sentirnos orgullosos. Ese espíritu indomable en la pista pero también esa sonrisa que nunca escatima fuera de ella nos tiene a todos cautivados. Vaya tipo ejemplar convertido en un ser aparentemente perfecto. Vaya protagonista de alegrías concatenadas sin fin. La final de Australia, pero también la semifinal ante otro grande, Fernando Verdasco, pasarán a la historia como grandes batallas deportivas que adornaron un fin de semana marcado por la meteorología... y el ciclón llamado Nadal.