Cinco títulos y 27 victorias seguidas desde el 2005. Un repóquer para la historia del tenis y un récord en el palmarés del centenario torneo de Montecarlo. La mano de un número uno, Rafael Nadal, que volvió a protagonizar un partido ejemplar y espectacular para imponerse en la final al serbio Novak Djokovic por 6-3, 2-6 y 6-1.

Nadal no podía empezar mejor la defensa de su reinado sobre la tierra --un territorio que va de Montecarlo a París pasando por Barcelona, Roma, y, este año, Madrid--, en el que en los últimos cinco años solo ha perdido dos partidos (el año pasado con Ferrero en el Foro Itálico y en el 2007 con Federer en la final de Hamburgo). Ayer por quinta vez consecutiva, Nadal mordió el trofeo que Alberto II de Mónaco le entregó como campeón junto con un cheque de 434.000 euros y 1.000 puntos para aumentar su ventaja como número uno del mundo, en el que lleva 36 semanas desde que le arrebató el puesto a Roger Federer el pasado 18 de agosto. En las tres anteriores ediciones de Montecarlo, el suizo le acompañó como finalista. Esta vez ya no pudo ni llegar hasta el duelo final. Se quedó en el camino eliminado por su compatriota Stanislas Wawrinka y se marchó de Montecarlo dejando en evidencia su declive.

MONO DE TRABAJO Pero no por eso Nadal lo ha tenido más fácil para conquistar el quinto título. Sin Federer en pista, el número uno del mundo ha tenido que marcar su territorio ante dos tenistas que aspiran a destronarle en el futuro, como él mismo hizo con el suizo. El sábado se deshizo del escocés Andy Murray y ayer lo hizo de Djokovic. Los dos han demostrado su talento aunque sobre la tierra roja aún tienen que trabajar y sacrificarse mucho, además de tener la misma humildad que demostró Nadal. En eso, Nadal está a años luz de ellos.

Y ayer lo demostró una vez más. Nadal supo quitarse el esmoquin de número uno para ponerse el mono de trabajo. En Montecarlo, el día había amanecido gris, las bolas estaban más pesadas y la pista, lenta por la humedad. "Paciencia y concentración", le había aconsejado Toni Nadal antes del partido final. El tenista serbio entró convencido de dar el golpe. "La misión no es imposible, pero hay que creer en ella", había dicho el día anterior.

Y pareció que Djokovic se lo creía incluso después de ceder el primer set tras adelantarse de salida por 3-1 y encajar un rotundo 5-0 como respuesta de Nadal. El tenista serbio aguantó el golpe y respondió en la segunda manga, que se apuntó con tremenda facilidad. Pero a la hora de la verdad, Djokovic no estuvo a la altura de su talento tenístico. El tenista serbio sintió que podía ser el día para acabar con su racha de derrotas en tierra ante Nadal --van siete--, pero su orgullo le impidió intentarlo. Le faltó humildad.

DESESPERACION La final se decidió al inicio de la tercera manga y posiblemente en la jugada más espectacular del partido. Fue cuando Nadal salvó un break point tras una dejada letal de Djokovic. El número uno hizo un

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