La media maratón de Cáceres escenificó su cambio de perfil ayer con aparente éxito global y las victorias finales del portugués Joao Serralheiro y la rumana Mikaela Patran. Después de cinco ediciones en las que el recorrido había transitado en el centro de la ciudad, por largas avenidas y con poca exigencia, la nueva idea de que rondase por la parte antigua y concluyese en la Plaza Mayor pareció contar con el beneplácito de la mayoría de sus 800 participantes. La cifra es récord.

El objetivo era difundir la imagen más turística de Cáceres a través de sus lugares más emblemáticos. A juzgar por las caras de sus impulsores, parece que para próximos años será una iniciativa que continúe, aunque suponga un esfuerzo organizativo mayor. Curiosa metamorfosis ha ido sufriendo la carrera desde que en su génesis, en el 2007, estuviese diseñada para intentar el récord del mundo por parte de Zarsenay Tadesse con un presupuesto muy elevado.

Doloridos... y contentos

Ayer, las caras de los atletas eran de enorme cansancio al final de la prueba, pero también de satisfacción por haber podido hacer un trayecto distinto y muy especial. Desde luego que hacerles pasar por los adarves y buena parte del recinto monumental, con su accidentadísimo piso empedrado, convirtió en mucho más exigente su esfuerzo, especialmente en los gemelos y los cuádriceps.

Pero también, contaban algunos, disfrutaron más en un escenario legendario y se les hizo más ameno que una media maratón al uso , que suele ser mucho más lineal.

Es el extraño masoquismo --si se quiere llamar así-- de la legión de fondistas aficionados que han convertido la distancia de los 21 kilómetros y unos pocos metros en poco menos que una religión de domingos por la mañana. Cuanto más difícil es, más orgullo supone terminar. Y ayer lo que menos importaba era la marca, porque no es lo mismo hacer 1 hora y 20 minutos en llano que en un trayecto como el de ayer, tan accidentado y con pocas rectas largas.

Acabar en la Plaza Mayor y no en Cánovas, como había sucedido hasta ahora, también ofrece mejores posibilidades. Es un espacio más abierto y preparado para acoger a los atletas cuando, a su llegada, necesitan cuidados y, sobre todo, respirar.

La capital cacereña se ha incorporado tarde a la moda de las medias maratones, pero lo está haciendo con una fuerza creciente con el aliento del Club Maratón Cáceres. Hace bien poco era la única gran ciudad extremeña que no tenía una prueba así.

Portugués y rumana

Las carreras en sí no tuvieron mucha historia a nivel competitivo. Sus respectivos vencedores lo hicieron de forma holgada. Ambos son auténticos expertos en la distancia y han ganado muchas medias , siendo algo así como profesionales de esto. Sin embargo, esta vez no había incentivo económico. "Es un recorrido muy especial y el viento lo ha hecho más complicado todavía, pero es bonito correr en un sitio así", coincidían tanto Joan Serralheiro como Mikaela Patran.

La historia de Mika es, como mínimo, curiosa. Es rumana y con su país fue campeona de Europa juvenil. Emigró a España con su madre, consiguió la nacionalidad y ahora vive en Cáceres con su marido, José María, con el que regenta un bar en Moctezuma. Con la ayuda de su entrenador, Juan Carlos Arjona, ha ganado carreras en toda Extremadura. Hace unos meses ya impuso su ley en la San Silvestre cacereña.

No faltó la participación de personajes muy conocidos del deporte local, como el triatleta José Manuel Tovar, el paralímpico Quini Carrasco o el árbitro de fútbol Andrés Manuel Ceballos Silva. "Esto es más duro que dirigir un partido", acertaba a decir mientras bebía agua.

Lo mejor es que hubo mucho público --sobre todo al final-- mezclándose amigos y familiares de los atletas con los meros curiosos. La unión de atletismo y arquitectura medieval es atractiva.