Suiza y Turquía juegan, hoy en Basilea (20.45 / Cuatro), una final en la que el perdedor prácticamente se habrá despedido de la competición, lo que presiona a ambos, pero sobre todo a los anfitriones. Los dos derrotados de la jornada inaugural afrontan el encuentro decisivo con el ánimo bajo.

Suiza considera que mereció empatar ante la República Checa, en un partido en el que reclamó dos manos dentro del área del capitán Tomas Ujfalusi que pudieron cambiar el resultado final (0-1).

Ha perdido, además, al máximo goleador de su historia, Alexander Frei, que deja el torneo con el ligamento interno de la rodilla roto, y vive pendiente del estado de ánimo de su veterano entrenador, Koebi Kuhn, cuya esposa está ingresada en un hospital de Zúrich tras sufrir hace una semana un ataque epiléptico.

La selección turca, mientras, ha soportado duras críticas por su juego ante Portugal (2-0). No es sólo que el equipo de Luiz Felipe Scolari fuese superior, sino que el conjunto del ´Emperador´ Fatih Terim apenas se acercó al área contraria.

Además, el encuentro tiene una presión añadida, porque suizos y turcos mantienen una profunda enemistad desde que, hace más de dos años, intercambiaron puñetazos en la ´repesca´ del Mundial. Ambos equipos disputaron entonces la eliminatoria de ´repesca´ del Mundial 2006 y, tras ganar Suiza por 2-0, en Berna, los goles suizos conseguidos a domicilio por 4-2 en Estambul, en la vuelta, dieron la clasificación a los helvéticos. La FIFA impuso un duro castigo a ambas selecciones y a los jugadores envueltos en la pelea, algunos de los cuales se cruzarán de nuevo en el estadio de S. Jacob Park.