El viejo sueño de todos los empresarios que se acercaban a China empieza a tomar cuerpo. La recesión mundial y los estímulos económicos del Gobierno local han convertido al mercado chino, el proveedor mundial de productos baratos, en la gran esperanza blanca: un total de 1.300 millones de posibles consumidores finalmente se encuentran con dinero en el bolsillo.

Comprobada la falta de liquidez de sus tradicionales compradores de manufacturas, Pekín dio al fin el golpe de timón necesario hacia el consumo interno. El paquete de estímulo de 464.000 millones del pasado año coloca a China en la senda del crecimiento del 8% que los analistas financieros internacionales juzgaban imposible hasta ahora. Además, el gigante asiático ha atraído a capital extranjero: antes se venía a producir, ahora a vender, y las empresas españolas lo saben. En resumen, China sigue ganando.

Amplio margen

"A la fuerza ahorcan. Si tu mercado languidece, tienes que salir. Las matrices españolas ahora someten a mucha más presión de resultados a sus ramas en China, hasta ahora con un papel más secundario. Falta que China liberalice sectores en los que España es fuerte, pero aun así hay margen. No te van a conceder la construcción de una autopista, pero sí que puedes vender los materiales", opina Ignacio Mezquita, consejero del Instituto de Comercio Exterior (ICEX) en China.

La reciente feria de pequeñas y medianas empresas que se ha celebrado en Guangzhou ha certificado el cambio. Casi 200 empresas españolas han participado en la muestra. Dikton´s es una marca de moda barcelonesa especializada en punto de diseño. Las prendas, con tejidos italianos y japoneses, cuestan de media unos 200 euros y se venden en locales nobles. Hace cinco años la firma llegó a China para producir sus prendas. "Pero tenemos oficina de subcontratación en Hong Kong y volvemos a repasar el género en Barcelona", aclara Laura Espinosa, directora de ventas en Asia, consciente del poco glamur y las muchas dudas que despiertan el sello de los productos Made in China .

Diez años atrás ya vendían por el método de multimarcas en los tradicionales mercados de lujo asiáticos: Hong Kong, Taiwán y Japón. Este año desembarcarán en la China continental, y esta vez para vender. La apuesta es agresiva: tiendas propias en áreas pudientes de Pekín, Shanghái, Hangzhou, además de otra en Hong Kong. Esperan ventas de más de un millón de euros anuales.

"Las chinas están muy abiertas a las marcas extranjeras. El mercado es poco maduro, está por educar. No tienen concepto de diseño, pero sí se fijan en la calidad del tejido", señala Espinosa. El porcentaje de chinas que pueden comprar una prenda de ejecutiva por 200 euros es muy bajo, pero se traduce en muchos millones de compradoras. "Asia es una vía de escape", resume esta ejecutiva.

Arqtel, presente en la feria de arquitectura de Cantón, es una firma especializada en obras públicas. Su primer intento en China fue en el 2003: retraso en los cobros, falta de seriedad y de seguridad jurídica... "Para un complejo de ocho edificios, te pagaban uno y para el resto había que esperar" recuerdan responsables de la firma. Entonces se movieron a Oriente Medio, hasta que colegas internacionales les recomendaron recientemente otro intento de implantación.

Todo por hacer

El plan de estímulo acentúa el desarrollo de la China del interior. Son ciudades que tienen entre uno o dos millones de habitantes, donde está todo por hacer: desde colegios a hospitales pasando por bibliotecas. El socio fundador de Arqtel, Lorenzo Barrionuevo, advierte de que entrar en el país requiere para los inversores extranjeros trabajo, esfuerzo y tiempo: "Incluso Ricardo Bofill lleva tiempo viniendo aquí muy a menudo para que le hagan caso. Todos tenemos que picar piedra", señala Barrionuevo.