La Comisión Europea aprobó ayer las propuestas del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, para reformar el pacto de estabilidad y crecimiento (PEC), que rige la disciplina presupuestaria de los países de la zona euro.

La reforma nace de la crisis que sufrió el pacto de estabilidad a raíz de su incumplimiento por Alemania, Francia e Italia y de la negativa del consejo de ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) de sancionar por ello a las principales economías de la zona euro. "No se trata de crear un pacto a la carta, sino de aplicar la racionalidad económica dada la creciente diversidad en una Unión Europea con veinticinco países", dijo Almunia, a la defensiva frente a las posibles críticas de una reforma a la medida de Alemania y Francia.

Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, aseguró que "las propuestas presentan un compromiso creíble entre lo que es económicamente sano y lo que es políticamente realista. Entre la simplicidad y la claridad de las reglas y la necesidad de margen de maniobra para adaptarse a un mundo complejo. Entre crecimiento sostenible y finanzas públicas sostenibles".

LOS MISMOS LIMITES Los cambios propuestos no afectan a los límites de déficit público (del 3% del producto interior bruto, PIB) y de deuda (60% del PIB).

Los principales pilares de las modificaciones que propone Bruselas y que deberán negociar los gobiernos de los Veinticinco a lo largo de este curso son dos: más flexibilidad en el déficit y más rigor en la deuda.

Por un lado, la CE se pliega a las demandas de los gobiernos que no han respetado la norma, y acepta que los países que incurren en un déficit público excesivo --más del 3%-- puedan corregir su situación a medio plazo. De esta manera se evitan ajustes demasiado severos. El ejecutivo comunitario acepta también que el ritmo y las medidas para reconducir los desequilibrios presupuestarios se adapten a las circunstancias de cada país.

Bruselas será, por el contrario, más estricta en el control de la deuda pública tras constatar que países como Bélgica, Grecia o Italia se mantienen alrededor del 100% del PIB, muy por encima del tope del 60%.

El nivel y la evolución de la deuda pública, así como la solvencia de los sistemas de pensiones serán claves también para determinar el rigor o la permisividad con la que Bruselas tratará a cada país. Un país con unas arcas saneadas tendrá más margen para incurrir en déficits.

Además, Almunia será más severo en los momentos de vacas gordas y presionará a los gobiernos para que atesoren lo que él mismo denominó un "bote". Es decir, les exigirá que en los momentos de expansión entren en superávit, lo que les permitirá hacer frente a los momentos de crisis y equilibrar los déficits en que se pueda incurrir después para reactivar la economía.