Lo que en el círculo de colaboradores del presidente Luiz Inácio Lula da Silva se intuía como un amargo presagio hace un par de meses terminó siendo una constatación: la economía de Brasil se contrajo en el 2003 un 0,2% y tuvo su peor evolución en 12 años. Los datos oficiales constataron la distancia entre las promesas del Partido de los Trabajadores al llegar al poder, hace un año y tres meses, y la realidad. El sector industrial fue el más golpeado con la recesión y cayó un 8,6%.

El paro llegó al 11,7%. Un severo acuerdo con el FMI, que limita las posibilidades expansivas de las políticas públicas, y las altas tasas de interés se consideran causa del estancamiento. Las autoridades y diversos analistas creen que Brasil crecerá este año más de un 3%.