El último día de la cumbre del G-8 en el lago Toya (Hokkaido, en el norte de Japón) fue el de la foto de los países ricos con las cinco grandes economías emergentes (India, China, Brasil, México y Suráfrica, el G-5) para mostrar el deseo de reducir las emisiones de CO2. Pero el G-5 dejó claro que no pueden asumir el compromiso de los países ricos de recortar a la mitad sus emisiones porque frenaría su desarrollo.

La Cumbre de Grandes Economías concluyó con una declaración grandilocuente: "Apoyamos la visión común para una actuación cooperativa a largo plazo, incluyendo un objetivo global para la reducción a largo plazo de las emisiones que asegure el crecimiento, la prosperidad y otros aspectos del desarrollo sostenible, y esfuerzos importantes hacia un consumo y una producción sostenibles, todo ello dirigido a conseguir una sociedad de bajo consumo de carbón".

RESPONSABILIDADES A pesar de las buenas palabras, fruto sin duda de la disposición de los invitados (que también incluían a Indonesia, Corea del Sur y Australia) para no desairar a su anfitrión japonés, no fue posible ocultar el desacuerdo básico existente entre los ricos y los que aspiran a serlo sobre quién debe asumir la mayor responsabilidad para solucionar el problema del calentamiento de la atmósfera. Antes de la gran reunión de ayer, el grupo de los cinco pidió a los países desarrollados que lideren el proceso con objetivos concretos a medio plazo.

El primer ministro indio, Manmohan Singh, resaltó que su país "no puede, en este momento, considerar restricciones cuantitativas en las emisiones". Durante la reunión de ayer, "un líder", según explicó la portavoz del Gobierno japonés, dejó claro que su país todavía está desarrollándose, en aparente referencia al presidente chino, Hu Jintao.