El precio que paga el ciudadano por algunos productos agrarios y ganaderos es, de media, cuatro veces superior al dinero que reciben los productores. Un ejemplo: el kilo de tomates para ensalada se pagó en junio a los agricultores a 0,35 euros, mientras que las tiendas lo vendían a 2,11 euros (seis veces más).

Según datos del Indice de Precios en Origen y Destino (IPOD), hechos públicos ayer por la organización agraria COAG y las asociaciones de consumidores UCE y Ceaccu, el precio que percibieron los agricultores por las frutas y verduras que vendieron en junio se multiplicó de media por 4,27 al llegar a los consumidores. Las aceitunas, que multiplicaron su valor por 8,3, fueron el producto que mayor diferencia entre origen y destino registró, al ofrecerse a los consumidores por 3,82 euros por kilo, cuando en origen cotizó a 0,46 euros. Por detrás se situó el plátano, (6,74 veces más caro), la sandía (6,17 veces), los melocotones amarillos (6,14 veces), la cebolla (5,04 veces) y la berenjena (4,65 veces).

COAG, UCE y Ceaccu consideran que el Gobierno tiene que intervenir para controlar la "alarmante" inflación que registra la alimentación y exigen el desarrollo del artículo 13 de la ley de comercio que, dicen, permite que el Ejecutivo, previa audiencia con los sectores, pueda fijar precios de productos básicos.