Más de un año después de que el Congreso aprobara la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, ayer se ofició una boda en la que quedó patente que algunos homosexuales todavía tienen que rebasar muchas barreras para poder casarse, sobre todo si pertenecen al PP, el único partido que sigue batallando para que se derogue la norma.

Se casaron el responsable del grupo de gays del PP, Javier Gómez, y el coordinador del programa dirigido a este colectivo de la Comunidad de Madrid, Manuel Ródenas, en una ceremonia oficiada contra viento y marea por el alcalde de la capital, el también conservador Alberto Ruiz-Gallardón. Desde que se hizo público que iba a casar a los novios, amigos suyos, no dejaron de lloverle las críticas, procedentes de sus propias filas y de la Iglesia.

Las ausencias

De hecho, muchos de los dirigentes del PP invitados, al contrario de lo que ocurrió en la primera boda gay de un cargo del partido en Galicia, excusaron su asistencia. Solo hubo un rostro conocido: el de la exministra Celia Villalobos, que, coherente con sus principios --fue la única del PP que votó a favor de la ley de matrimonio homosexual--, se mostró muy ilusionada con el enlace. Además, acudieron un par de consejeros de la Comunidad de Madrid y un edil. El resto de los invitados populares, como los exministros Ana Pastor y Rodrigo Rato, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dijeron que no podían acudir por unos u otros motivos.

"Han venido todos los importantes para nosotros", destacaron los novios. Además resaltaron que estaban "felices" de que les casara Gallardón, "alguien que siempre ha estado del lado de los gays y las lesbianas". El alcalde, figura muchas veces díscola dentro de su partido, aseguró días antes que lo único que iba a hacer es cumplir con una ley vigente. Aún así, el arzobispado de Madrid le dio el viernes un tirón de orejas. En un comunicado, le recordó que "el matrimonio no puede ser contraído más que por una mujer y un varón".

El secretario de comunicación del PP, Gabriel Elorriaga, cargó ayer mismo contra Gallardón, calificó de "incoherente" su actitud y le pidió "solidaridad" con el criterio del partido, que "no ha variado en absoluto". Solo el líder del PP catalán salió en defensa del alcalde de Madrid. Josep Piqué apostó por que los alcaldes y concejales cumplan la ley, aunque el partido mantenga una actitud discrepante.

El PSOE, por su parte, aprovechó para criticar a los conservadores. Su portavoz en el Congreso, Diego López Garrido, consideró "intolerable" que "algún sector" del PP "se niegue a aceptar las leyes". El dirigente socialista Pedro Zerolo extendió las críticas a Gallardón, de quien dijo que será "un cínico" si ahora no pide a su partido que retire el recurso contra la ley de matrimonio homosexual.

Aparte de la tormenta política, la ceremonia sirvió para reclamar los derechos de los homosexuales. Entre los apenas 100 invitados había varios representantes del colectivo. Los novios, antes de entrar, denunciaron que aún hay personas "que sufren discriminación y agresiones por mostrar públicamente su homosexualidad". La pareja se refería al hombre que fue pateado en una piscina de Madrid por besar a otro.

Lucha desde dentro

Los contrayentes se caracterizan por haber luchado durante años para cambiar la mentalidad del PP hacia los gays, lesbianas y transexuales. Cuando se aprobó la ley, lejos de apartarse del partido, decidieron continuar su labor para agitar las conciencias desde dentro.

La ceremonia, que tuvo lugar en un edificio de la plaza Mayor, fue bastante sobria. En la primera parte, el alcalde, que estaba muy nervioso y evitó ser fotografiado con los contrayentes, se limitó a leer varios artículos del código civil. Después de casarles, el ambiente se relajó y Gallardón y la poetisa Ruth Toledano, amiga de la pareja, leyeron dos poemas. Los novios regalaron a los fotógrafos un efusivo beso desde el balcón.