El pasado martes tampoco fue un buen día para Mariano Rajoy. Se vio a primera hora de la mañana con María San Gil y, horas después, la dirigente del PP vasco confirmó oficialmente que abandona el liderazgo de su organización. Pero, según van trascendiendo los detalles de esa jornada, se concluye que aún fue peor para él de lo que parecía: Juan Costa le confirmó que sopesa seriamente plantarle cara en el congreso de Valencia.

Era complicado que el presidente de los populares ignorase las intenciones de Costa. Complicado por no decir imposible, dado que, además de haberse puesto en negro sobre blanco en los diarios, era objeto de las conversaciones de sus compañeros de partido. En cualquier caso, quería escucharlo de boca de Costa, quien dejó la empresa privada para elaborar el programa electoral con el que se presentó a las últimas generales. Le llamó. Quedaron. Y le escuchó.

Hace casi un mes que se supo que un grupo de diputados descontentos había sondeado a dirigentes como Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana o el propio Costa para conocer si estaban dispuestos a liderar una alternativa a Rajoy. Más tarde o más temprano, los tres terminaron respondiendo que no. Pero Costa se lo ha vuelto a plantear.

Todos los que han hablado con él sostienen que aún no ha tomado una decisión definitiva. No obstante, fuentes populares confirman que ya se ha puesto en contacto con las organizaciones del PP en Valencia, Madrid y Andalucía para pedir opinión.

Si se envalentonara y diese un paso al frente, apuntan varios de los consultados, se encontraría con dos consecuencias inmediatas: la primera, que una gran mayoría de militantes vincularía su candidatura a Rodrigo Rato. La segunda, agregan, que se necesitan seiscientas firmas para llevar la candidatura al cónclave.

Por el momento, Costa guarda silencio. Sólo se acercó a los periodistas ayer, y fue para expresar su respaldo a María San Gil. "No nos resignamos a renunciar a contar con las ideas defendidas por María", afirmó.