Tan solo unas horas después de que el Tribunal Supremo anulara las listas sucesoras de Batasuna, ETA reapareció ayer en Madrid con un atentado, con coche bomba pero sin víctimas, contra la sede de Agroman-Ferrovial, una de las adjudicatarias del AVE vasco. Según los expertos de la lucha antiterrorista, la banda pretende responder así a la exclusión electoral, por vez primera en unas autonómicas, de las listas que auspicia; condicionar la campaña vasca, que empieza el viernes; exhibir músculo ante sus desmoralizados fieles, y, de paso, amedrentar a los constructores de la Y vasca . El hecho de que el vehículo utilizado fuera robado pocas horas antes en la propia Comunidad de Madrid alimenta la hipótesis de que ETA ha recompuesto una infraestructura estable en la capital.

La furgoneta bomba, una Peugeot Partner, fue robada a primera hora de la madrugada de ayer en Navalagamella (al noroeste de la capital) y, en contra de los usos de los etarras para no ser interceptados, sus placas de matrícula no fueron dobladas. A las 7.34, un hombre telefoneó a los Bomberos desde la autovía de Barcelona, a apenas un kilómetro de distancia del edificio de Ferrovial en el Campo de las Naciones, anunciando en nombre de ETA la colocación del coche bomba. El origen de la llamada sugiere que, tras dejar el vehículo, los etarras regresaron a Euskadi.

La policía halló el coche bajo un puente, pasadas las ocho, a tiempo para acordonar la zona y desalojar los edificios colindantes antes de que el artefacto estallara a la hora anunciada: las nueve de la mañana. La explosión provocó un cráter en el suelo de tres metros de diámetro y uno de profundidad, así como daños a más de 60 vehículos estacionados por la zona, en el puente y en la estructura del edificio. Aunque los desperfectos no fueron importantes, ya que no estalló toda la carga. Parte del explosivo solo se incendió.

UN COMANDO ´LEGAL´ El atentado ha persuadido a las fuerzas de seguridad de que ETA dispone de algún tipo de infraestructura en Madrid: un comando legal (no fichado) de informadores y algún piso de seguridad, garaje o zulo en el que habrían ocultado los explosivos. La última vez que la banda atentó en la capital fue el 30 de diciembre del 2006, cuando voló el aparcamiento de la T-4 de Barajas y el alto el fuego decretado nueve meses antes. Entonces, el coche se robó y se cargó de explosivos en Francia. A solo tres días del inicio de la campaña vasca, todos los partidos expresaron ayer su repulsa a esta nueva acción de ETA.