¿Son un exceso para la ONU 12.291 soldados en poco más de 2.000 kilómetros cuadrados? El debate está abierto. Países como Bélgica ya han anunciado que retirarán a la mitad de sus tropas del Líbano. Otros se lo están pensando. Al general español Alberto Asarta, al mando desde el pasado jueves de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano, Finul, le toca la tarea nada sencilla de dirigir la reestructuración y reducción de un ejército de cascos azules de 29 países que corren el peligro de caer en la rutina ante la ausencia, desde el 2006, de graves conflictos violentos en la zona.

"Nadie se ha atrevido todavía a plantear con claridad cómo, cuándo y en cuánto se va a reducir la misión, pero es evidente que muchos son los que piensan que está magnificada", aseguran fuentes del Ministerio de Defensa. El jueves, durante su toma de posesión en la base de Nakura, localidad fronteriza con Israel, el general Asarta advirtió de que "la paz y la estabilidad duraderas en el sur del Líbano son un problema de naturaleza política que la Finul no puede por sí sola resolver". Como decía un responsable del Ejército el jueves, "el statu quo entre Israel e Hizbulá provoca una complicada tensión en la que nunca pasa nada, aunque parece que lo peor puede pasar en cualquier momento".

Actualmente, España tiene 1.001 soldados en la base Miguel Cervantes, al este del país, una cifra que la ministra de Defensa, Carme Chacón, no piensa aumentar. Tropas españolas las hay en Afganistán (con la previsión de aumentar en breve), Somalia, Bosnia y, cuando el buque Castilla fondee frente a sus costas, también en Haití.

Reconocimiento

Obtener el mando de la misión de Líbano, clave en el laberinto de Oriente Próximo, se interpreta en Defensa como un "reconocimiento internacional al esfuerzo que el Ejército está realizando en su apuesta por las misiones exteriores".

¿Qué hace España en el Líbano? Según el ambiguo (para algunos) mandato de la ONU que ahora cumplirá el general Asarta, la Finul debe mantener "una zona de exclusión entre el río Litani y la línea azul", que hace de frontera, y controlar que no hayan en esos 2.000 kilómetros cuadrados más armas que las del Ejército libanés y las de la ONU. Es decir, a los soldados españoles les toca desarmar o impedir el rearme de Hizbulá, tarea en la que ninguna fuerza internacional se aplica. Para el anterior jefe de Finul, el general Claudio Graziano, la verdadera amenaza son las continuas provocaciones de Israel, que no hay día en que no incumpla el mandato de la ONU y sobrevuele el espacio aéreo libanés. Por ello, advirtió a Asarta de que "persiste el riesgo" de conflicto.