Concepción Santaromana tiene 33 años y es piloto del Ejército. Como ella, otras 15.211 mujeres (el 12% del total) trabajan en las Fuerzas Armadas y, en contra del estereotipo que las sitúa siempre detrás de mesas y ordenadores ocupando puestos administrativos, la mayoría ha elegido destinos operativos. Por tanto, el mundo de los cetme, los tanques, e incluso los cazas ha dejado de estar dominado exclusivamente por hombres.

De hecho, Defensa presume de que el porcentaje de mujeres ha crecido esta legislatura casi un 23%, mientras que el de hombres solo ha aumentado un 4,7%. Y su presencia también se ha incrementado cualitativamente, ya que, muchas optan por las unidades de élite. Así, en la Armada, las mujeres suponen el 10,8% de los efectivos, mientras en las embarcaciones ascienden al 21%. Una de ellas es la comandante (puesto más alto alcanzado hasta ahora por las féminas) Anita Sánchez, que asegura preferir "los buques a los despachos" porque así se enfrenta a retos diferentes.

Sin machismos

También en la Legión, cuyos miembros siempre se han caracterizado por su hombría, hay un 9% de mujeres, como la cabo Raquel Alba, que decidió alistarse al ver que se abría la puerta a la mujer en las Fuerzas Armadas. Después eligió la Legión porque esta se instaló en Almería, donde estaba destinada. Al principio, señala, fue "difícil", porque ni sus jefes ni sus compañeros "estaban acostumbrados a ver mujeres". "Pero nunca se han portado de forma machista", asegura.

De hecho, según la responsable del Observatorio de la Mujer en el Ejército, la subsecretaria de Defensa María Victoria San José, apenas reciben quejas por discriminación. Asimismo, un portavoz de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) apunta que solo les llegan denuncias puntuales.

Según una psicóloga que trabaja con recién alistadas, los reclutadores venden a las féminas los destinos operativos como los más atractivos. "Como hace falta más personal en estas unidades, les dicen que en ellas van a estar más activas y van a poder ayudar más", apunta Asunción Gómez (nombre ficticio porque prefiere mantenerse en el anonimato). Una militar atraída por las misiones de paz, Marta López (también ficticio), llegó a dirigir su propio carro de combate. Ha estado dos veces en Kosovo y tilda la experiencia de "inolvidable".