De la voz de mujer que leyó el comunicado de ETA se sabe que puede ser la de Iratxe Sorzabal o la de Izaskun Lesaka, supuestas jefas en funciones de la banda. Del periodista que dio la exclusiva mundial del enésimo alto el fuego de la banda terrorista se sabe mucho más. Es Clive Myrie, tiene 46 años, y es hoy una de las estrellas de los informativos de la BBC. Pero en la historia del video de ETA hay un personaje fascinante del que apenas nada se conoce. Es el hombre que dos veces concertó una cita con Myrie para primero negociar y después entregar la grabación del alto el fuego. Myrie dio detalles de esas dos citas. El enigmático mensajero terminó por ser, según revela el periodista, tan lenguaraz que cuenta más en la mesa de un bar que la banda terrorista en el comunicado. "Las opciones de que el País Vasco sea un Estado independiente soy hoy tan remotas como lo han sido durante los últimos 50 años", le dijo.

El primer encuentro es en Londres, en una cafetería situada frente a la boca de metro de Covent Garden. Myrie sorbe de la taza cuando el mensajero casi logra que se atragante. "ETA está considerando seriamente declarar un alto el fuego en su lucha armada por un Estado vasco. Si estás interesado, puedes dar la primicia al mundo".

El presentador teme que no lo diga en serio. "No, no es ninguna broma", le aclara su interlocutor. Roto el hielo, el misterioso hombre del video se sincera. Califica a ETA de "lastre" para el nacionalismo vasco, y en una afirmación que, seguro, dará mucho de qué hablar, reconoce que los catalanes, sin pistoleros ni bombas, han conseguido más autonomía del Gobierno central que Euskadi.

Las apostillas de la cinta

Myrie, por lo tanto, dio a conocer lo que bien podrían considerarse las apostillas del comunicado de ETA, una suerte de guía para interpretar que la banda terrorista no negocia esta vez desde la fuerza que le otorga el miedo que da sino como consecuencia de que asume su derrota.

Convencido de que tiene el teléfono pinchado, el mensajero le explica que si la banda da el paso recibirá en su móvil un mensaje: "Me gustó verte en Londres". Cuando lo lea, debe viajar a París, a la ferroviaria Gare du Nord.

Pasan los días. Myrie almuerza con su madre en la casa que esta tiene en los Midlands. Un SMS llega a su teléfono. "No reconocí el número. El mensaje era críptico. No tenía sentido". Ahí estaba él a punto de dejar escapar la noticia bomba de su vida. Dos horas más tarde se le aceleró el corazón. "Oh my God, I have to get to París!". El periodista no fecha ninguno de todos esos acontecimientos, pero se supone que fue a finales de la semana pasada cuando se reunió en París con el hombre del video que, por cierto, llegó tarde.