Patxi López, el candidato del PSE a la presidencia de Euskadi, se decidió ayer a mover ficha y a dar pistas de cuáles serán sus movimientos en cuanto se conozcan los resultados de las elecciones del 17-A. El líder socialista se comprometió a no formar parte de un Gobierno vasco que no tenga al frente a un lendakari socialista y, respondiendo al envite de la candidata popular, María San Gil, precisó que no formaría un "Gobierno frentista", es decir una alianza PSE-PP contra del bloque nacionalista.

López anticipó en 48 horas el anuncio que los responsables de su campaña guardaban para hacer público mañana. Lo hizo, forzado por la insistencia del PNV- EA y del PP en denunciar la equidistancia socialista en la política de pactos poselectorales.

Con su compromiso de ayer, López dejó claro que no será vicelendakari en un Gobierno presidido por Ibarretxe, y que no se aliará con el PP en un Ejecutivo antinacionalista. Aseguró que su aspiración es la de atraer "al 45% del electorado que quiere el cambio" para así "gobernar solo", una aspiración que, hoy por hoy, parece imposible.

López dijo lo que no estaba dispuesto a hacer, pero no avanzó mucho sobre otras posibilidades. En el caso de que PSE y PP lograran la mayoría absoluta, algunos socialistas verían con buenos ojos intentar gobernar en solitario con el respaldo del PP. "Es una opción arriesgada y que muy posiblemente no duraría demasiado pero que permitiría romper con 25 años de gobiernos del PNV y abrir una nueva etapa", argumentó a título personal un dirigente del PSE.

Otra posibilidad pasa por que el PNV-EA no logre la mayoría absoluta y opte por pactar con el PSE como ya ocurrió durante tres legislaturas hasta poco antes de la firma del pacto de Lizarra por todo el frente nacionalista. Esta opción de pacto tiene muchas probabilidades de darse en el caso de que Ibarretxe decidiera que es imprescindible llegar a un acuerdo con los socialistas para dar alas a su plan.

EL CONSEJO DE MARAGALL Esta última posibilidad, la unión con el PNV, es vista con buenos ojos por el presidente catalán, Pasqual Maragall, que ayer argumentó en Madrid que esta alianza sería "buena" para España.