Los contactos del Grupo Popular con CiU y PNV se han intensificado desde el pasado 1 de marzo, fecha de los comicios gallegos y vascos. De hecho, ha habido varias reuniones esta semana entre la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, y los responsables en el Congreso de esas formaciones, según informan fuentes parlamentarias, a fin de acercar sus posiciones en recientes votaciones. Ese era el objetivo a corto plazo, pero el PP tiene otro de mayor alcance: tender nuevos puentes en el hemiciclo con los nacionalistas, "aunque algunos ya existían", para sacar rédito a la soledad a la que se verá obligado el PSOE después de haber perdido Galicia --y por tanto distanciarse de su hasta ahora socio, el BNG-- y de forzar la salida de los peneuvistas del Gobierno.

Así, al alejamiento del BNG y a la sed de venganza del PNV, los populares quieren sumar las tentaciones de CiU de hacer pagar a José Luis Rodríguez Zapatero el hecho de que el PSC les arrebatara la Generalitat. Según los cálculos del partido de Mariano Rajoy, esos factores pueden propiciar la asfixia parlamentaria del Grupo Socialista.

SEMANA DURA PARA ALONSO Lo que está por venir será duro para los socialistas, aunque nadie puede decir que la semana que termina haya sido fácil para su portavoz en el Congreso, José Antonio Alonso, y para el Ejecutivo: en los últimos días, han perdido varias votaciones y, en otros casos, se han visto obligados a transaccionar sus textos o, incluso, a cambiar el sentido de su propio voto, a fin de no quedarse solos frente al resto de la Cámara.

Los populares no son capaces de disimular su satisfacción por lo que ellos llaman "un cambio de ciclo político en España", reflejado en el espejo del trabajo diario en las Cortes. "Tengo la sensación de que se abre una etapa de un Parlamento muy abierto y de mucho sentido común en el que la sensatez del PP puede triunfar, semana tras semana, sin ningún genero de dudas", aseveró ayer ante los periodistas el secretario general del Grupo Popular, José Luis Ayllón. A juicio de Ayllón, es evidente que PNV y BNG se sienten "liberados" de sus antiguos pactos con el partido del Gobierno y han empezado a "desligarse de sus ataduras". "Ahora, los partidos sí tendrán libertad para analizar las propuestas de los grupos, especialmente las del principal partido de la oposición", añadió.

CENTRARSE EN LA CRISIS No obstante, en el PP son conscientes de que algunas de las iniciativas que constan en su programa electoral resultan incompatibles con el ideario de CiU o PNV. Por eso, y para evitar que los puentes tendidos a los nacionalistas puedan deteriorarse, piensan centrar el grueso de sus propuestas en la crisis económica. De hecho, la próxima semana defenderán en el Congreso una proposición no de ley relativa a medidas fiscales para mejorar la liquidez de pymes y autónomos, así como otra orientada a reactivar el sector de la automoción.

Habrá que esperar para comprobar si, nuevamente, se hacen con el respaldo del PNV y CiU, o se benefician de que ni BNG ni IU se sientan ya comprometidos con el sentido del voto gubernamental. El portavoz del PNV, Josu Erkoreka, no oculta que tiene intención de poner al PSOE en serios apuros y el de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, mantiene en sus declaraciones públicas una ambigüedad calculada. Sin embargo, el líder de CiU, Artur Mas, advirtió de que los 10 diputados con los que cuenta en el Congreso no van a convertirse, de ninguna de las maneras, en el "salvavidas" de Zapatero.

Los populares, mientras, se frotan las manos. Y se preparan para ayudar al PSOE en Euskadi y machacarlo en Madrid. Ni en sueños pensó Rajoy que sus resultados en Galicia y el País Vasco le darían tanto juego.