El PP reclamó ayer una "convocatoria inmediata" de elecciones en la Comunidad de Madrid ante el temor de que el PSOE fuerce a sus dos desertores a renunciar a los escaños y devolver la mayoría al socialista Rafael Simancas. La candidata popular, Esperanza Aguirre, propuso a Simancas "pactar que ningún candidato se someta a la investidura". Lo que no quiso aclarar es si ella acabará optando a la presidencia en caso de que su rival no acepte este acuerdo.

Aguirre trasladó esta propuesta a la presidenta de la Asamblea madrileña, Concepción Dancausa, que ayer despachó también con Simancas y el líder de IU en Madrid, Fausto Fernández. Tras defender la "legitimidad" que le han conferido las urnas para gobernar en Madrid, la dirigente del PP sostuvo que, pese a ello, la repetición de las elecciones es "la solución más democrática" para impedir que el Gobierno autónomo dependa de los dos tránsfugas socialistas: Emilio Tamayo y Teresa Sáez.

SILENCIO DE ZAPATERO

Javier Arenas, secretario general del PP, reclamó a su homólogo socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, una respuesta a la oferta de precipitar unas elecciones que, según los populares, deberían celebrarse en torno al mes de octubre. Ayer Zapatero guardó un prudente silencio, pero otros dirigentes socialistas censuraron que el PP tenga tanta prisa en volver a las urnas.

El propio Simancas rechazó el órdago del PP por estimar que la repetición de las elecciones, aunque "no es descartable", es una salida "injusta e indeseable". En su opinión, esta fórmula daría al traste con la mayoría de izquierdas configurada por los electores.

Frente a la urgencia con la que Aguirre exige convocar elecciones anticipadas, el candidato socialista apostó ayer por apurar los plazos. Su objetivo es lograr que, antes de llegar a esta situación extrema, Tamayo y Sáez renuncien a sus actas parlamentarias, en su opinión la única fórmula para "recuperar la dignidad de la Asamblea regional y respetar el mandato inequívoco de las urnas". Por eso mismo reprochó a Aguirre que se niegue a exigir a ambos parlamentarios que devuelvan sus escaños al PSOE.

Tanto Simancas como Aguirre garantizaron que no optarán a la presidencia con el apoyo, directo o implícito, de los dos traidores. Aguirre exhibió su oferta de adelanto electoral como la prueba de que su partido no desea beneficiarse de la defección registrada en las filas socialistas pero, por si acaso, pidió a la Asamblea un informe sobre una de sus hipótesis: que Tamayo y Sáez no tomen posesión de su escaño, pero tampoco renuncien a ocuparlo.

La respuesta de los servicios jurídicos de la Asamblea fue que si pasan dos plenos más sin que los desertores hayan jurado o prometido el cargo, sus escaños quedarían vacantes. Es decir, que el PSOE no podría relevarlos por otros candidatos y, por tanto, la Cámara pasaría a tener 109 diputados frente a los 111 que se eligieron en las urnas. Así, la mayoría absoluta se fijaría en 55 escaños, exactamente los obtenidos por el PP el 25 de mayo.

Ayer Aguirre no quiso responder a si iría a una sesión de investidura en caso de que el PSOE no aceptase el acuerdo de adelanto electoral. Y es que el PP se reserva esta baza por si se le abre la puerta del Gobierno madrileño.