María San Gil abandona. Dejará el grupo parlamentario del PP vasco y la dirección de su organización. De nada sirvió la reunión que tuvo ayer por la mañana en Madrid con ese Mariano Rajoy en el que ya no confía. Hubo buenas formas y mal fondo. Ella se mantuvo en sus trece. Y él también. San Gil ha perdido su fe en el jefe y en sus intenciones políticas y el jefe, por su parte, dice no entender esos recelos, dado que sigue siendo "el mismo de siempre". El encuentro, que duró menos de una hora, terminó sin avances y en tablas. O eso parecía.

A mediodía, el entorno de Rajoy intentaba despistar con un "no me consta" a todo aquel que le preguntaba por esa cita, en principio con carácter secreto. Mientras, María San Gil cogía un avión en el aeropuerto de Barajas de vuelta a San Sebastián. Desde su entorno se relata que a la dirigente vasca le había impresionado "la frialdad e indiferencia" con la que, horas antes, había sido recibida por el líder. Pero aún le sorprendió más, según esas mismas fuentes, saber que colaboradores del líder del PP decían en público que él "ha hecho, hace y hará todos los esfuerzos" para acercarse a ella.

"Dar esa versión cuando, realmente, no había hecho nada por reconfortarla, demuestra que no hay confianza ni expectativa de tenerla", enfatizan. Y en ese contexto, añaden, ella se reafirmó en su decisión de marcharse. La noticia se difundió como la pólvora a media tarde. Para disgusto de sus compañeros vascos y para estupefacción del propio Mariano Rajoy.

UNA NOTICIA, DOS VERSIONES La pregunta que viene ahora es: ¿Informó San Gil a su jefe ayer por la mañana de que se iba? Los más cercanos a ella responden, sin tapujos, que sí. Los más cercanos a él insinúan, temiendo romper la orden de silencio decretada por Rajoy, que no.

Mientras, los diputados del grupo popular en el Congreso y los miembros del PP vasco se convertían en invitados de piedra de este espectáculo. Ni a unos ni a otros se les había informado durante la jornada de lo acontecido. La gran mayoría se iba enterando de los detalles por la prensa. La excepción la representaban Soraya Sáenz de Santamaría, José Luis Ayllón y Alfonso Alonso, que compartieron confidencias vespertinas con Rajoy en su despacho parlamentario.

Al término de ese encierro voluntario con el citado trío, el líder del PP se encontraría con más de veinte periodistas en la puerta. Se vio obligado a romper su silencio. "Les digo algo porque llevan esperando mucho tiempo: solo quiero decir que siempre he apoyado a María San Gil y, tome la decisión que tome, la seguiré apoyando", sentenció, informa Marco Schwartz.

EL FUTURO DEL PP VASCO Una vez que San Gil ha movido pieza, está por ver en manos de quién queda el PP de Euskadi. La mayoría de los populares vascos no compartían la decisión de su jefa de adelantar el congreso a julio. De hecho, el portavoz de las Juntas Generales de Vizcaya, Carlos Olazabal, anunció ayer su decisión de dimitir por su frontal oposición a esa medida.

Y si no compartían el adelanto del cónclave, mucho menos comparten el desplante de San Gil a tan poco tiempo de las elecciones autonómicas. Ahora les va a tocar encontrar sustituto. No será fácil. Desde que se hiciera público el descontento de la dirigente vasca con la dirección nacional, se hacen quinielas. Suenan nombres como el de Antonio Basagoiti y, especialmente, el de Alfonso Alonso. ¿Aceptaría él esa responsabilidad? Pues de buena gana, no. Solo si lo "ordenan", bromeaba estos días cuando se le preguntaba al respecto en los pasillos del Congreso de los Diputados, donde dice sentirse cómodo. "Yo lo que quiero es que siga María, porque ella iba a ser y tiene que ser nuestra candidata. Lo demás, no sería demasiado bueno", decía Alonso.