La próxima publicación de un libro desató ayer una tormenta política en el PNV, aunque sus protagonistas, el presidente del partido, Iñigo Urkullu, y el lendakari, Juan José Ibarretxe, se esforzaron ayer en rebajar la tensión. "Mi relación con Ibarretxe la vivo con muchas dificultades. Hay muchos días en los que tengo que hacer actos de fe para que sigamos unidos y tengamos una mínima cohesión para salir dignamente de esta situación". Es una de las perlas que Urkullu confesó a la periodista María Antonia Iglesias, autora de un libro que en breve será publicado y en el que realiza largas entrevistas a 32 personalidades vascas.

Otros fragmentos de esta obra demuestran que la relación del presidente del PNV con el lendakari dista mucho de ser idílica. "Yo he obrado de forma honesta con el lendakari, pero creo que no ha sido ni es recíproco", se duele Urkullu. Y se queja de que el fantasma de la escisión planea en el PNV, por lo que él ha de aparecer ante la opinión pública "dando la impresión" de que es "tonto" y "un pelele".

Urkullu, en el texto, reprocha a Ibarretxe su intento de acabar con la bicefalia peneuvista, que propugna que la dirección del partido y la del Gobierno vasco no pueden recaer sobre la misma persona. En concreto, le acusa de haber creado un órgano, el "consejo político", junto con sus socios de gobierno, EA y EB, en el que no está representado el PNV como partido, sino el propio Ibarretxe como lendakari.

EL ABRAZO El presidente del partido compareció de nuevo ayer junto al lendakari y quitó hierro a la polémica. Urkullu explicó que sus confesiones son "sentimientos personales" expresados en "tiempos pasados" y "descontextualizados", ya que la entrevista fue a mediados del verano. Y mostró su apoyo "sin matices" a Ibarretxe. El lendakari le devolvió el gesto afirmando que este tipo de "descalificaciones" son "el argumento del débil, de quien no tiene argumento".