El Departamento vasco de Interior impidió ayer el homenaje público al preso de ETA Igor Angulo, que se suicidó el pasado lunes en su celda de la cárcel de Cuenca. No obstante, unas 1.500 personas acompañaron a la familia del fallecido en la despedida que se hizo a media tarde en el cementerio de Santurtzi (Vizcaya) bajo la advertencia de que si se entonaban consignas a favor de ETA, la policía haría una carga.

Nunca antes se había conminado de forma tan clara a los seguidores radicales a no jalear a ETA. Por lo menos, así lo trasladó un joven que se dirigió a los congregados en el camposanto de la localidad natal de Angulo para solicitar que, "por respeto a la familia" del fallecido, se "autolimitaran" en el apoyo a ETA.

La petición fue atendida y cuando el féretro accedió entre aplausos al recinto, se escucharon gritos en honor al fallecido como "Igor gudari (soldado)", "el pueblo no perdona" y "PSOE asesino, PNV colaborador".

El recibimiento en el cementerio fue improvisado después de que el Departamento de Interior comunicara a los organizadores del homenaje la taxativa prohibición de realizarlo en la plaza de la localidad. La consejería que dirige Javier Balza (PNV) aclaró que su decisión era "consecuencia" de aplicar las disposiciones legales que prohíben cualquier acto de apología del terrorismo. Precisó que sólo podrían realizarse actos de "carácter privado" y de ámbito familiar o religioso. Y se prohibió usar la sala municipal como capilla ardiente.

CONTRA BALZA Y EL PNV La actitud de Interior irritó a los responsables de la izquierda abertzale. El dirigente de Batasuna Joseba Alvarez acusó a Balza de ser un "político totalitario" y advirtió de que el PNV deberá aclarar si quiere que la política del PSOE "mate" a presos y la suya "imponga" no homenajearles.

Horas después, un grupo de radicales protagonizaron incidentes en el Casco Viejo de Vitoria, donde cruzaron contenedores y vehículos en la vía, después de que la Ertzaintza les comunicara la prohibición de hacer una manifestación por Angulo.