Cada uno en su sitio, con sus referentes ideológicos, con sus propuestas y sin que haya posibilidad de confusión. El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no está dispuesto a que el PP entre en su terreno y ayer, ante los 995 delegados socialistas del 37º congreso de su partido, trató de arrinconar al PP en la derecha para erigirse en el único abanderado de las políticas progresistas y de extensión de derechos. Vistió su discurso con una larga lista de medidas concretas que el Gobierno aprobó en la anterior legislatura, como el matrimonio homosexual o la subida de las pensiones y del salario mínimo interprofesional.

Pero más allá de las iniciativas, Zapatero dejó constancia de que el giro al centro de Mariano Rajoy, si realmente acaba siendo efectivo, preocupa y daña al Gobierno en una legislatura que ya no podrá tener las mismas características que la precedente, y que girará en la capacidad de gestión del Ejecutivo para resolver la situación económica.

EL DESEO Algunos delegados con responsabilidades en gobiernos autonómicos mostraron una sonrisa al finalizar el discurso de Zapatero, en el que defendía su gestión como secretario general del PSOE. Destacaban el componente de izquierdas del presidente con cierta ironía, pero asumiendo con claridad que esas ventajas sociales de la anterior legislatura, efectivamente, se han realizado.

La cuestión es que Zapatero insistió una y otra vez en que el PP no ha cambiado, aunque fue más un deseo de intenciones de que el PP realmente no cambie en su segunda legislatura al frente del Gobierno, tras comprobar que los socialistas ya se han quedado en minoría en dos ocasiones en el Congreso al romperse el todos contra el PP .

Zapatero lanzó, sin embargo, algunos dardos muy directos, después de señalar que prevé aumentar los recursos para las pensiones o que quiere legislar para seguir aumentando el salario mínimo. Y frente a algunos economistas que advierten de que todo será difícil de asumir en un momento en el que el Estado ingresa mucho menos por el menor crecimiento económico, Zapatero garantizó que el fondo de la Seguridad Social "está fuerte y es sólido, y seguira creciendo". Ello le sirvió para acusar al PP y al conjunto de la derecha de poner en duda esas garantías. "No hacen análisis económicos, no, piensan solo en hacer negocios y pedir que se sacrifiquen los mismos de siempre", aseguró, en alusión a proyectos de privatización de determinados servicios públicos por parte de algunos gobiernos autonómicos del PP.

Con la vista siempre puesta en el PSOE de Pablo Iglesias, en el socialismo "de los trabajadores", Zapatero incidió en que el giro del PP no se producirá. Antes, el secretario de organización y portavoz del PSOE, José Blanco, había preparado el ambiente al tratar de ridiculizar a Rajoy, jugando sobre una supuesta doble personalidad, la del "Mariano dialogante" frente a la del "Rajoy que toleró los desmanes de su partido" en la anterior legislatura. Los aplausos fueron rotundos, aunque con la convicción de los delegados de que la broma era demasiado fácil.

ESTABILIDAD IDEOLOGICA Zapatero no dudó en considerar que el PSOE puede impulsar políticas sociales que cambien la sociedad, precisamente, porque los socialistas "no han cambiado y se reclaman con naturalidad de izquierdas", ante los "saltos" del PP para ocupar un determinado espacio ideológico.

Para agarrarse a ese discurso, el PSOE considera que le ha caído del cielo, de nuevo, un regalo del PP, y es la campaña sobre el manifiesto a favor del español como lengua común. Tanto Blanco como Zapatero reclamaron que no se use ninguna bandera para fines particulares, con una encendida defensa de "todas las lenguas españolas". Zapatero clamó: "Espero que no hagan con la lengua de todos lo que durante tanto tiempo han hecho con la bandera de todos", en referencia a la bandera española, que protagonizó casi todas las manifestaciones contra el Gobierno que impulsó el PP.