Hay que trabajar por la esperanza sin hacerse ilusiones." Este fue el compromiso y el llamamiento a toda España, la mezcla de optimismo y cautela que José Luis Rodríguez Zapatero trasladó ayer a la sociedad a raíz de las expectativas de paz surgidas en el País Vasco. "Trabajaremos para estar en vías de un proceso de paz. Esta debe ser la legislatura en la que podamos ver el fin de la violencia de ETA", diagnosticó el presidente en Televisión Española.

Una hora duró la primera comparecencia de Zapatero en TVE en sus nueve meses al frente del Gobierno, que respondió las preguntas del presentador del Telediario-2 , Lorenzo Milá, y de otros cuatro periodistas. Más de la mitad de la conversación se centró en el plan Ibarretxe, las reformas territoriales y, sobre todo, las esperanzas respecto al fin de ETA desatadas tras la oferta de paz que Batasuna trasladó al Gobierno el viernes.

Recordó Zapatero que bajo los mandatos de dos de sus predecesores, el socialista Felipe González y el conservador José María Aznar, "hubo diferentes posibilidades" de poner fin al terrorismo, que ambos intentaron explorarlas "e hicieron bien". "Si hay una mínima oportunidad, como hicieron otros gobiernos, sin duda alguna el actual intentará que eso fructifique", dijo.

LAS CONDICIONES Casi a renglón seguido, el presidente fijó de nuevo las condiciones para abrir el diálogo con "el mundo de la violencia": "Mientras no cese el ruido de las armas y de las bombas como ayer por la explosión del martes en Getxo, mientras no condenen la violencia, no serán escuchados ni por el Gobierno ni por la sociedad".

El presidente no quiso soltar prenda sobre las razones que han llevado al Ejecutivo a dar crédito a la oferta de Batasuna y augurar, hasta ahora sólo en privado, que ETA ultima un alto el fuego o una iniciativa de mayor calado. "Me muevo por hechos y por los datos de que dispone el Gobierno, que lógicamente debe de tener un marco de discreción y responsabilidad", alegó.

Más explícito fue al explicar cómo afrontará el proceso que se avecina: con una combinación de "firmeza en la lucha antiterrorista" y de "acción política" en Euskadi, extendiendo en la política vasca la convicción de que "la violencia es inútil" y que la "grandeza de la democracia" permite defender las ideas "sólo con la palabra y la política".

PAZ Y ESTABILIDAD TERRITORIAL Para tomar perspectiva, Zapatero elogió a la "generación anterior" que protagonizó la transición e impulsó un proceso que ha brindado a España "25 años brillantes". Un hito al que todavía le faltan "dos etapas finales para lograr un éxito absoluto": el "fin de la violencia" y "un tiempo de estabilidad territorial, cohesión e integración plena".

A su juicio, la sociedad, el Gobierno y los partidos, están "en condiciones" de "llevar a buen puerto" ambos retos. "Me siento con el deber de intentarlo", proclamó. Junto a este compromiso, Zapatero volvió a deslizar sus recelos respecto a la actitud que pueda adoptar ETA: "Los antecedentes no nos permiten ser optimistas ni hacernos ilusiones".

EL VALOR DE LA PALABRA Para defender su decisión de recibir al lendakari Juan José Ibarretxe, Zapatero aseguró que lo hizo movido por sus "convicciones democráticas", para reivindicar "el valor de la palabra, del diálogo" y de la "capacidad de entendimiento y de hacer renuncias".

Tras reiterar que el plan Ibarretxe "no tendrá nunca vigencia" y abogar por "un plan de convivencia que no lleve el nombre de nadie", se mostró convencido de que el lendakari no caerá en la "tentación" de convocar un referendo ilegal sobre su proyecto: "Le tengo por un demócrata".