Después de cuatro años de bronca permanente, lo que se imponía ayer en el Congreso de los Diputados, en la sesión de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero, eran los buenos modales. Salvo por algún conato de altercado, el guión se cumplió. El presidente del Gobierno en funciones y Mariano Rajoy escenificaron una actitud constructiva ante la naciente legislatura, hasta el punto de que ambos admitieron errores en el pasado y se mostraron abiertos a retornar a los tiempos de los acuerdos y pactos de Estado. Cinco ofreció Zapatero: en terrorismo, financiación autonómica, justicia, presidencia española de la UE y economía.

El líder del Partido Popular saludó la "rectificación" de Zapatero y aceptó la invitación a buscar acuerdos, aunque los condicionó a que el candidato concrete sus propuestas y privilegie a los conservadores sobre las demás fuerzas políticas en el diseño de los consensos. El líder socialista le replicó con cortesía que su intención es contar con todas las fuerzas, y recordó que CiU y el Partido Comunista participaron en el pacto constitucional de 1977. Lanzó además una pulla a Rajoy, al restregarle que su partido, al llegar a la Moncloa, pactó con CiU la financiación autonómica sin contar con el PSOE. Este intercambio de dardos quedó ahí, a la espera de que empiece en firme la legislatura y las partes desvelen sus verdaderas intenciones.

Por su apellido

Ayer lo que importaba era trasmitir una imagen de buen rollo. El candidato a la investidura apeló en dos ocasiones a Rajoy por su apellido, con la clara finalidad de personalizar la nueva voluntad de entendimiento. Al anunciar su oferta de consenso a todas las fuerzas políticas, Zapatero recalcó que se dirigía con "particular énfasis" al PP y a su líder. "A usted, señor Rajoy", le dijo. El interpelado asintió con la cabeza. "Le agradezco lo que ha dicho de pactos y acuerdos. El sonido me ha gustado. Me gustan esas cosas", dijo en su turno de respuesta.

La exquisitez de las formas no impidió, sin embargo, que a lo largo del cara a cara entre los dos dirigentes afloraran los reproches. Rajoy llegó al debate sometido a un acoso implacable desde los sectores más conservadores de su propio partido y desde los medios de comunicación afines al viejo PP. El líder popular, sin perder en ningún momento la corrección, fue implacable al afear a Zapatero la batería de 75 medidas que propuso en al menos 15 ámbitos de actuación. Por "coherencia", anunció su no a la investidura.

Pese a los requerimientos de Rajoy, el candidato no aclaró cómo piensa lograr un nuevo consenso contra ETA. Se limitó a expresar su agradecimiento a los partidos que lo apoyaron en la pasada legislatura durante el fallido proceso de paz y a insistir en su deseo de una "estrategia compartida" para derrotar a la banda terrorista. Al menos ayer, Rajoy evitó exigir a Zapatero la derogación de la resolución parlamentaria del 2005 que autoriza el diálogo con ETA.

Contra la desaceleración

En el terreno de la economía reconoció que existen problemas, pero aseguró que a mediados de la legislatura se volverá a la buena situación actual. Para paliar los efectos de la desaceleración, anunció una serie de iniciativas ya conocidas, como la reducción de 400 euros del IRPF, la construcción de viviendas protegidas o la ampliación del plazo de las hipotecas a los más desfavorecidos.

El candidato socialista acudió a la sesión de investidura de ayer convencido de que no conseguirá la mayoría absoluta en la votación de hoy. Salvo sorpresas, deberá someterse a una segunda ronda el viernes. Desde esa convicción, no perdió tiempo buscando apoyos de último momento.

El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, emplazó a Zapatero a pronunciarse sobre un posible trasvase del Ródano para resolver los problemas del agua en Cataluña. El candidato se comprometió de manera vaga a encargar un estudio al respecto y, como Duran se felicitaba por el anuncio, le transmitió que se trata de una hipótesis de improbable aplicación. El presidente en funciones aseguró que el problema del agua en España quedará resuelto esta legislatura.

En dos meses

Zapatero ratificó el anuncio del vicepresidente económico, Pedro Solbes, de que se publicarán, por primera vez, las balanzas fiscales, aunque en esta ocasión puso un plazo concreto: dos meses.

En este sentido, el extremeño Fernández Vara calificó de "inmoral" que algunos intenten condicionar las negociaciones de la financiación autonómica con los datos de las balanzas fiscales.

En su turno, el nacionalista Duran dejó entrever que prevé abstenerse en la votación de hoy por considerar que Zapatero ha incumplido el desarrollo estatutario, aunque ambos se mostraron deseosos de cultivar el diálogo. Joan Herrera, de ICV, también se inclina por la abstención. Joan Ridao, de ERC, proclive al voto en contra, emplazó a Rodríguez Zapatero a "jugar por las bandas" y no "por el centro".

El candidato estuvo inusualmente duro en su último duelo de la jornada, con Josu Erkoreka, del PNV, después de que anunciara la abstención de su grupo porque no está dispuesto a "dar créditos sin garantías". Zapatero lo tachó de "mercantilista" y le recordó que su partido apoyó en 1996 la investidura de José María Aznar. Erkoreka le recordó que el pacto antiterrorista, que este firmó con el PP en el 2002, excluía en su preámbulo al PNV.