Hay esperanza. José Luis Rodríguez Zapatero concentró ayer en 20 minutos de discurso toda su capacidad de persuasión para hacer entrar en razón a Juan José Ibarretxe. Explicó las razones por las que el Gobierno se opone a una reforma que rechaza una abrumadora mayoría de la "representación de la soberanía nacional", pero no cerró la puerta a que "las aspiraciones de más autogobierno" de la ciudadanía vasca se vean cumplidas. Sólo puso una condición, que sea una reforma "de todos y para todos", para que culmine en un "acuerdo histórico y definitivo".

"Si vivimos juntos, debemos decidir juntos", resumió Zapatero. Por eso invitó a Ibarretxe a interpretar la votación que rechazó rotundamente la propuesta vasca como el comienzo de "un nuevo proyecto" y no como "el final de un plan". El presidente reconoció que, ante una cuestión fundamental para la convivencia, la votación "cierra el debate, pero no lo resuelve". Porque el asunto a dirimir sólo se soluciona "con el acuerdo".

PODER LIMITADO Zapatero combinó en el tono la didáctica y la firmeza. Descartó posiciones partidistas para argumentar como "presidente de todos". Y como tal, dejó claro que no dudará en "hacer cumplir la ley si fuera necesario", es decir, si Ibarretxe persevera en convocar un referendo ilegal para consultar a los vascos su plan rechazado. Para quitar hierro al no de las Cortes, Zapatero recordó a Ibarretxe que "la grandeza de la democracia" reside en que "todo poder es limitado y está sometido a otra voluntad o a la Constitución".

Frente a los agravios "históricos" esgrimidos por el lendakari, que remontó a 1839 el inicio del "conflicto" en la relación de Euskadi con España, Zapatero se aferró al futuro. "Dejemos a la historia que descanse", solicitó el presidente, tras explicar que su defensa de la "integridad de España" no es un "abrazo a una bandera ni un tributo a la historia", sino la convicción de que la Constitución que la consagra "garantiza la libertad y los derechos de todos los ciudadanos".

Las alusiones históricas del lendakari también sirvieron a Zapatero para tildar de "antiguo" el discurso de los nacionalistas, que recurren al pasado lejano para "sustentar legitimidades o esgrimir dominios injustos". Tras ese repaso, Zapatero aceptó revisar la relación del País Vasco con el resto de España, pero dejó claro que "la decidirán todos los vascos, no la mitad, y todos los españoles".

VICTIMAS DE ETA Entonces recordó a los "buenos vascos" que "ya nunca podrán decidir" porque "han sido asesinados". Fue su única referencia al terrorismo, y ni siquiera citó a ETA. Fuentes del Gobierno explicaron que el presidente quería dejar patente que el plan Ibarretxe es "inviable legalmente" al margen de la existencia del terrorismo, y que con y sin ETA, nunca hubiera sido admitido en las Cortes.