Los diestros Antonio Ferrera, extremeño, y Javier Castaño se sobrepusieron ayer a sendas cornadas para acabar triunfando a lo grande en Gijón, donde además el sobresaliente Álvaro de la Calle, que tuvo que hacerse cargo de la lidia de un toro, cortó una oreja.

Ferrera se mostró muy dispuesto con su primero, toro de preciosa lámina pero de escaso empuje, con el que el extremeño tuvo que hacer el esfuerzo para extraer muletazos por uno y otro pitón, que le valió para recibir una merecida ovación.

En la lidia del tercero comenzó el caos, pues aquí Ferrera resultó herido en la suerte suprema después de cuajar una gran faena en la que, tras dos largas de rodillas, sorprendió a todos al subirse a caballo y ejecutar él mismo la suerte de varas.

En banderillas fue un clamor, calentando así el ambiente para un último tercio en el que hizo las delicias del aficionado con una labor de mucha entrega y torería. Tras un primer pinchazo, dejó una gran estocada de la que salió trompicado y herido en el muslo.

Cortó las dos orejas, y, tras pasearlas por el anillo de El Bibio, pasó por su propio pie a la enfermería.

Pero no acabó aquí la tarde de Ferrera, pues tras cerca de 30 minutos metido en la enfermería y, cuando todo el mundo casi descartaba volverle a ver, salió el extremeño como si nada a dar cuenta del quinto, en el que volvió a formar un lío, especialmente al compartir tercio de banderillas con la "infantería" de Castaño.

Tras un sentido y emotivo brindis a los galenos de la plaza instrumentó una faena de muleta vibrante y emocionante, con pasajes de muy buen aire sobre todo al natural. Cortó otra oreja.

Castaño consiguió una oreja de su primer toro gracias a una faena de capacidad y poderío, basada principalmente por el pitón derecho, por donde más se prestó el animal y por donde brotaron los mejores muletazos, que gustaron a los tendidos gijoneses.

El cuarto le sorprendió a apretarle hacia los adentros con el capote, resultando también herido justo antes de llegar al burladero. Gestos de dolor y el torero directo a la enfermería.

Sin los dos espadas anunciados en el ruedo, tuvo que hacerse cargo de la papeleta el sobresaliente Álvaro de la Calle, que, tras mucho tiempo sin torear, demostró que no se le ha olvidado y cuajó una faena de mucho mérito y corazón, arropado en todo momento por los tendidos, que le premiaron con una oreja de un gran toro premiado con la vuelta en el arrastre.

En el sexto volvió a salir Castaño para tratar de redondear su tarde, y vaya si lo hizo, pues se encontró con otro buen toro de La Quinta al que el salmantino "dio fiesta" en una faena de mucho calado en los tendidos, que le pidieron las dos orejas, finalmente concedidas.

Al término del festejo tanto Ferrera como Castaño salieron a pie por la Puerta Grande, y con ellos, Álvaro de la Calle, sobresaliente de altura.