El cielo amaneció ayer poblado de nubes y la cofradía del Cristo de las Batallas temió por su desfile hasta el último momento. Hacia las 18.00 horas llegaron incluso a caer algunas gotas pero, en cambio, la lluvia cedió ay dio una tregua a este Sábado Santo, lo que permitió que la procesión de Las Batallas se celebrara con normalidad. Aún así, tanto la mayordoma Inmaculada Hernández, como sus escuderos, no pararon de subir al campanario de la concatedral de Santa María (desde donde salió la procesión) para asegurarse de que el cielo se iba desencapotando.

Y así fue, a las 20.00 horas los hermanos, ataviados con túnica roja, sacaron a hombros a Nuestra Señora del Buen Fin y Nazaret acompañados por la banda de cornetas y tambores de la hermandad del Cristo del Humilladero. La Virgen estrenaba unos angelitos en su parte trasera e iba adornada con rosas y claveles rojos y algunos tintes morados.

VIERNES SANTO El Viernes el tiempo acompañó con creces y a pesar de hacer algo de frío, cacereños y turistas salieron a la calle para disfrutar de la segunda jornada festiva de esta Semana Santa. Cuatro cofradías sacaron a hombros once pasos por la ciudad monumental. La primera de ellas fue la del Nazareno con la procesión de la madrugada, que salió a las 5.00 horas de la iglesia de Santiago. Sólo ésta paseó a nueve imágenes diferentes: Jesús Nazareno, La Magdalena, La Caída del Señor, La Verónica, El Calvario, el Santísimo Cristo de los Milagros, el Cristo de las Indulgencias, la Exaltación de la Cruz y la Virgen de Las Angustias.

Más tarde, hacia las 11.00 horas, La Expiración se preparaba en las puertas de San Mateo para sacar en procesión a Jesús de la Expiración y Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. A su paso por la calle Clavellinas volvieron a subir al Cristo a paso rápido, lo que congregó a una gran cantidad de curiosos que se reunieron en la calle San Antón. Fueron acompañados por la banda de la antigua cofradía del Espíritu Santo y por la de Protección Civil de Almendralejo.

A las 12.00 horas les tocó el turno a Los Estudiantes. Salieron de la iglesia de Santo Domingo con el Santísimo Cristo del Calvario a hombros, una talla del siglo XVI perteneciente a la escuela de Gregorio Fernández.

A última hora, hacia las ocho de la tarde, el Cristo Yacente y la Virgen de la Soledad salían de la ermita de la Soledad, junto a la plaza de Santa Clara, para unirse al resto de las hermandades en la procesión del Santo Entierro Magno, que llevaba sin celebrarse en la ciudad 15 años.