"El viaje es largo y cansado, a las seis de la tarde llega el camión, nos recoge para llevarnos a Tinduf (Argelia) a las siete. Allí esperamos el avión, que sale a las cuatro de la mañana. Esta vez el avión paró el vuelo en Argelia por culpa de la lluvia y llegamos a Badajoz a las 9". Así cuenta su viaje Marian, una niña saharaui de 10 años que llegó a Cáceres el pasado 29 de junio.

Una vez en Badajoz los niños se distribuyen entre las diferentes asociaciones que los entregan a sus familias de acogida. Los menores vienen muy asustados y con miedo, no saben lo que les espera, llegan a un mundo totalmente desconocido: "la primera vez, tenía miedo de que la familia española me pegase. Los años siguientes cuando me dan la noticia en el colegio de que voy a venir a España, me pongo muy contenta, porque ya conozco a la familia", explica Marian. "Cuando llegué por primera vez y vi a mi familia me dio mucha vergüenza, saludé a todos y les ofrecí unas galletas que venia comiendo. Pero no paraba de pensar en mi madre, la echaba de menos. El primer año me acordaba mucho en la gente que deje en el Sáhara y tenia un poco de miedo".

El requisito necesario para poder pasar las vacaciones en la región es obtener calificaciones positivas durante el curso. "El profesor es quien dice quienes puede ir a España. Para venir estudio mucho y antes del viaje voy con mi madre a comprar collares, pulseras, anillos... para traérselos a la familia".

Los chicos se integran en las familias en muy poco tiempo y se les trata como uno más. "Se le nota la diferencia con los otros años, viene más suelta. Incluso llegó gastando bromas", comenta la madre de acogida de Marian. Cada año regresan con más ganas de repetir la experiencia y esperan ansiosos el encuentro con sus familias. "Cada vez el viaje se me hace más largo, España parece que está más lejos", afirma Marian. Cuando los niños llegan a sus casas de acogida, lo primero que piden es poder llamar a sus familias."Cuando ya estoy en Cáceres llamo a mi madre, así se siente más tranquila. Ella me pregunta que como estoy, yo le digo que muy a gusto y que no hace tanto calor, que aquí se está muy bien".

Los padres de acogida intentan mantener el contacto telefónico con la familia del Sáhara. "Solemos llamar una vez por semana, no solo cuando Marian esta con nosotros, también durante el invierno. Si no la llamamos, ella se encarga de recordárnoslo", explica Ainhoa, la hermana de acogida de Marian.

El mundo que descubren al llegar a nuestro país es totalmente distinto a su vida cotidiana en el Sáhara, "aquí todo es bo-