Hace tiempo María Victoria López (La Coronada, 1954) tuvo la oportunidad de conocer la realidad del sur, desde entonces su vida se ha centrado en trabajar por el Tercer Mundo. Esta médico extremeña, directora de Proyectos de Medicus Mundi Extremadura, recibió en 1994 el premio Príncipe de Asturias por la labor desarrollada durante el conflicto bélico en Ruanda.

López siempre tuvo claro que quería ser médico y tras finalizar su carrera de Medicina en Badajoz trabajó en diferentes pueblos de La Siberia extremeña. Tras su periplo regional se trasladó a Barcelona para realizar un curso de medicina tropical, allí entró en contacto con Medicus Mundi, en donde ha desarrollado casi toda su experiencia profesional.

El primer país de destino fue Camerún, en donde pasó 14 meses en el Hospital de Ngobayang, más tarde comenzó a trabajar en Nemba, en Ruanda, una zona en la que se gestaba el germen de un trágico conflicto bélico que acabó con la vida de miles de personas. El 7 de abril de 1994 las etnias camerunesas entraron en guerra y el horror llegó hasta el hospital en el que López realizaba sus funciones --los trabajadores del centro sanitario se mataban entre ellos--.

A pesar de todo, fue una de las últimas personas en abandonar la zona y, sólo tras escuchar un llamamiento a través de Radio Exterior de España, la extremeña, junto a otros cooperantes, inició una peligrosa huída en la ambulancia del centro sanitario. Pero unos meses más tarde López volvía al sur para coordinar los tres campos de refugiados del Zaire durante nueve meses.

Desde hace diez años se encarga de coordinar los proyectos que se realizan desde Medicus Mundi Extremadura.