Restos de los dos pilotos del Ejército del Aire que fallecieron en un accidente el 27 de enero en Burguillos del Cerro (Badajoz) quedaron abandonados en el lugar donde se estrellaron hasta varios días después del entierro, según publica esta semana la revista Interviú , basándose en testimonios de personal de los equipos de rescate y custodia de aquel siniestro. El capitán Raúl Garzón, de 31 años, y el alférez Gabriel Garrido, de 24, murieron cuando, por causas que aún se investigan, el caza reactor F-5 en el que realizaban un vuelo de instrucción se estrelló en una ladera mientras intentaban regresar a su base de Talavera la Real (Badajoz).

Tras ser localizado el aparato, un equipo de rescate del Ejército del Aire acordonó la zona y recuperó restos, tanto humanos como del F-5. Aquella misma tarde del viernes 27 de enero el juez autorizó el levantamiento de los cadáveres. La mañana del sábado en la base aérea se celebró un funeral castrense y los féretros de los dos pilotos se trasladaron a donde dispusieron sus familiares para las ceremonias fúnebres más íntimas. Garzón fue incinerado y Garrido fue enterrado en Malpartida de Plasencia (Cáceres). Fue el jueves, ya sin nieve, cuando un contingente de unos 50 militares acudió a la finca Sevillanas y Tabarreras a por los restos del accidente. Las turbinas, cabina, restos de asientos y demás elementos habían sido ya etiquetados. En el grupo de militares había un alférez sanitario. Había restos del fuselaje y también de los cuerpos, y efectos de los pilotos que habían quedado sin recoger.

Una de las personas que custodiaron esos seis largos días el lugar del accidente narra cómo los mandos de Talavera la Real fueron alertados de que había restos humanos en el paraje y de que podían ser pasto de las alimañas. De acuerdo con los testimonios obtenidos por Interviú , una de las personas de guardia tuvo que disparar al aire para alejar a los carroñeros. "Olía a carne quemada. Esto está lleno de zorros, jinetas, cuervos y toda clase de carroñeros", explica.

Un mes y medio después Interviú ha podido comprobar sobre el terreno que ni siquiera la labor de limpieza hecha días después acabó de ser eficaz. El paraje está aún sembrado de pedazos del avión. La tierra removida por los animales pone en cuestión también que fueran recogidos todos los restos humanos. En el reportaje de Interviú , un testigo cuenta que los militares fueron acumulando pedazos de los cadáveres en una bolsa que llevaba el alférez sanitario y los enterraron en el mismo lugar en el que se estrelló el avión. La tierra removida delata que las alimañas han dado con ellos.