Nunca más volveréis a tener un sistema tan justo de evaluación como los exámenes que os hemos puesto a lo largo de vuestra vida como estudiantes. Podría decir que la nota media que habéis conseguido refleja, en el 95% de los estudiantes, una mezcla de esfuerzo, capacidad y conocimientos. Muchos de mis alumnos creen que no son justas sus calificaciones.

Continuo diciéndoles que aquí, fuera de la universidad, las evaluaciones no son tan justas. El cargo que se ocupa, el salario que percibes, que podría ser equivalente a vuestra nota, no creáis que tiene una relación con esfuerzo, capacidad y conocimientos tan directa.

El sistema educativo tiene esta gran ventaja. Los exámenes buscan la equidad, la justicia. Pero el sistema educativo tiene este gran inconveniente. No busca el aprendizaje en su evaluación. La evaluación está diseñada fundamentalmente para medir con equidad. ¿Lógico?

Imagina los siguientes tres exámenes:

1. Diseña un examen de lo que has estudiado

2. Dime como Platón ha influido en tu vida

3. Explica la teoría de la relatividad a tu abuela.

Y ahora compáralos con los exámenes que te han puesto a ti. ¿Qué prefieres para tus hijos?

Algunos profesores argumentan que para eso están las actividades. A ti lo que más te preocupa es tu nómina y al alumno su examen. Por tanto se preparan a conciencia para el examen, no para las actividades. Si les pusiéramos este tipo de preguntas, ¿aprenderían más?

Hay universidades, Harvard por ejemplo, donde no sólo evalúan conocimientos. Evalúan si con 18 años has realizado voluntariados o eres monitor de algún deporte o fundado una ONG o si sabes tocar el piano o la batería.Dos conclusiones. La primera es que todo lo que se mide, se potencia. La segunda es que seríamos mejor país si la evaluación universitaria estuviese más orientada al aprendizaje y la evaluación empresarial fuese más justa. Y lo de la evaluación en la universidad es fácil de cambiar. Y tú, ¿sabes tocar el piano o la batería?