Conoce como pocos las entrañas del Hospital Infanta Cristina de Badajoz y especialmente los entresijos de la Unidad de Trasplantes, que le encargaron poner en pie en 1983, cuando la única alternativa para los enfermos renales extremeños estaba en Sevilla y apenas 3 o 4 lograban trasplantarse cada año. Juan José Cubero Gómez (Valladolid, 1953), jefe del Servicio de Nefrología desde hace 12 años, y director médico del complejo hospitalario durante tres, cuelga la bata el 24 de julio. «No me da miedo el cambio. Solo espero tener salud» dice.

--Le queda apenas de una semana de trabajo ¿Cómo vive estos días?

--Con sentimientos encontrados. Me costó tomar la decisión de dejarlo. Tenía la oportunidad de haber solicitado continuar y lo pensé, porque la verdad es que en estos momentos no hay paro en Nefrología. Pero después pensé que había llegado el momento de dejarlo, porque uno va teniendo una cierta sensación de cansancio después de pasar mucho tiempo en primera línea. Me siento joven, pero no es lo mismo la fuerza física y mental que tiene uno con 40 años que ya con 65. Ahora tengo más experiencia, pero me falta esa fuerza; así que cuando tomé la decisión de marcharme me quedé muy relajado. Sin embargo, es cierto que a medida que se acerca el día tengo sensación de nostalgia.

--Vallisoletano afincado en Extremadura. ¿Qué le trajo por aquí?

--Después de hacer la especialidad de Nefrología en Sevilla, opté por quedarme por la zona sur y recalé en Badajoz, en el Hospital Infanta Cristina, que entonces era el Perpetuo Socorro. Era el año 1983.

--¿Y cuánto han cambiado las cosas desde entonces?

--Pues mucho. Cuando yo llegué había una sección pequeñita de Nefrología con tres médicos. Estaban muy limitados; eran muy pocos y faltaban muchos recursos en la cartera de servicios porque la Nefrología era una disciplina relativamente nueva. Estaba casi todo por hacer. Ahora estamos 13 especialistas y formamos a uno o dos por promoción. Poco a poco se empezaron a incorporar servicios que ahora son esenciales, como la diálisis peritoneal, la diálisis domiciliaria y los trasplantes. Hemos logrado un servicio con una asistencia nefrológica completa desde hace ya bastantes años. Y el cambio ha sido radical, dentro de un contexto de cambio radical de todo el hospital.

<b>--La unidad de trasplantes es ahora el buque insignia de su servicio y el referente en Extremadura. ¿Cómo fueron los comienzos?</b>

--Muy ilusionantes. Cuando llegué al hospital estaba todo por hacer. Entonces nuestros enfermos se trasplantaban en Sevilla, pero muy pocos, apenas tres o cuatro cada año. En el servicio se decidió poner en marcha el programa de trasplantes porque pensábamos que si se hacían aquí, se trasplantarían muchos más y eso suponía disponer de la mejor terapéutica para los enfermos, la más barata y la que mejor calidad de vida les ofrece. Los gestores lo apoyaron y yo recibí el encargo de redactar los protocolos para solicitar la acreditación para extraer órganos, el primer paso para llegar a hacer trasplantes. Fue en 1986 cuando logramos hacer la primera extracción de un órgano y en 1990 nos acreditaron para hacer trasplantes y se hizo la primera intervención.

--¿Y después de esa primera intervención, cuántas se han producido?

--Hemos hecho casi mil trasplantes, estamos a punto de alcanzar la cifra. El tiempo nos ha acabado dando la razón, porque desde que se creó la unidad de trasplantes hemos pasado de esos tres o cuatro pacientes que se trasplantaban en Sevilla a los más 40 que se han hecho ya en lo que va de año. Vamos a batir récords en 2018, pero es cierto que en medio también hemos pasado años difíciles en los que solo se hacía la extracción de órganos en el Infanta Cristina y no dábamos más de sí. No podíamos pasar de los 30 trasplantes por año. Mis compañeros tienen por delante unos retos muy bonitos para los próximos años.

--¿Cuál destacaría?

--El primero es bastantes simbólico y es el del alcanzar el trasplante mil. Eso es algo que va a caer por su propio peso en muy poco tiempo. Junto a eso está también la posibilidad de comenzar a hacer trasplantes de un donante vivo. Ya se han dado pasos, llevamos años estudiando a familiares y a parejas de donantes, aunque luego las intervenciones se realizan en Madrid; pero parece que ahora este tema se ha retomado en serio por la administración regional y dentro del plan director que lidera el coordinador de trasplantes, está incluido para que se lleve a cabo a corto o medio plazo. Lo importante es que este tipo de trasplantes se sigan haciendo, aquí o en otro hospital. Aunque es indudable que la posibilidad de que se haga en Extremadura acercará la terapéutica a la ciudadanía y se harán más. Será bueno para el paciente, pero también para el hospital, porque le aportará prestigio.

--Ha pasado toda una vida en el Hospital Infanta Cristina. Lleva 12 años al frente del área de Nefrología, y dirigió el complejo hospitalario durante tres años ¿Le ha quedado algo por hacer?

--Cierro una etapa y me voy relativamente tranquilo y contento. Aunque todo es mejorable, creo que en esta generación hemos dado un salto cualitativo y cuantitativo.

--También ha sido durante más de 20 años docente en la Facultad de Medicina como profesor asociado. ¿Es la mejor cantera?

--Hay mucho margen de mejora, y tienen que afrontarlo conjuntamente la universidad y el Infanta Cristina. Faltan profesores titulares porque se ha producido una jubilación masiva, y faltan medios para que de verdad la facultad desarrolle las funciones para las que existe. De verdad que espero que la facultad y el hospital puedan mejorar la calidad de la docencia en el pregrado.

--En estas semanas se está hablando mucho de trasplantes a raíz del caso del exfutbolista Éric Abidal ¿Realmente es tan sencillo saltarse los protocolos?

--Es un tema muy delicado y yo me remitiría a lo que ha dicho la Organización Nacional de Trasplantes, que ha iniciado una investigación. En las circunstancias actuales yo diría que es muy, muy difícil que se pueda dar un caso de pago por órganos, porque hay varios filtros para evitarlo. El primero es el propio equipo que prepara el trasplante, que es distinto del que lo hace; y luego están el comité ético del trasplante y un juez que autoriza la intervención con la garantía de que es una donación altruista. A mí me parece que con esos filtros es muy difícil, pero habrá que esperar a que termine la investigación.

--¿Cómo cree que será el momento en el que se vea fuera?

--No me da miedo el cambio. Solo espero tener salud para poder dedicarme a todos mis aficiones, para cumplir con todas mis inquietudes. Me gusta mucho viajar, hacer deporte, la lectura… No creo que, teniendo una buena salud física y mental, tenga problemas para entretener mi tiempo.

--Dicen que los médicos no se jubilan nunca ¿De verdad que se va a desconectar por completo de la profesión?

--De la actividad sí. No tengo consulta privada como otros compañeros y no pienso tenerla. Pero sí que me interesaré por cuestiones médicas relevantes relacionadas con mi especialidad que vayan surgiendo en los próximos años.