Durante meses ha sido una especulación; desde ayer ya es oficial. El doctor Conrad Murray, el médico personal de Michael Jackson, que admitió haber administrado al cantante el potente anestésico propofol justo antes de su muerte el 25 de junio, fue acusado formalmente de homicidio involuntario por la Fiscalía de Los Angeles, un cargo que lleva asociada una condena de entre dos y cuatro años de cárcel, aunque suele ser complicado de demostrar.

Hacía ya varios días que se anticipaba la oficialización del cargo contra el cardiólogo, pero se retrasó a causa de las negociaciones que se llevaban a cabo entre los fiscales y el equipo defensor sobre si permitir una entrega que dejara sin la imagen de Murray esposado a las cámaras y rabiosos fans del músico convencidos de su culpabilidad.

FIANZA DE 18.000 EUROS El médico acudió ayer al tribunal situado junto al aeropuerto, escoltado por agentes pero sin esposas. Dentro, acompañado por sus abogados y con un agente de fianzas, el cardiólogo se declaró inocente y depositó los 18.000 euros que le permitirán seguir en libertad.

Parte de la familia Jackson --incluyendo los progenitores del cantante, Katherine y Joe, y sus hermanos Jermaine y Latoya-- estaban ya cuando él llegó al tribunal para seguir los procedimientos y, en palabras del padre, "buscar justicia". Jermaine, al ser preguntado sobre el cargo, respondió con rostro compungido: "No es suficiente".

Según la Fiscalía, Murray "mató a Michael Jackson ilegalmente y sin malicia". Se habla de un "acto ilegal, no un delito", y de que actuó "sin la debida precaución y cautela". En este punto radica el reto para fiscales, defensa y jurado: ¿Tomó Murray riesgos que no debía haber tomado? ¿Es él más culpable que otros médicos que antes administraron al cantante el anestésico que Jackson llamaba su "leche"?