A menudo los fotógrafos se quejan de que no se reconoce su trabajo ni su categoría profesional como periodistas: en los años 30 era mucho peor. Robert Capa, al que ya habían bautizado como el mejor fotógrafo de guerra del mundo y triunfaba en las páginas de la revista Life, viajó el 5 de noviembre de 1938 hasta el frente del Ebro para entrevistar, al otro lado del río, a Enrique Líster. Iba con Ernest Hemingway, otros corresponsales séniors como Vincent Sheean, Henry Buckley y Herbert Matthews, y también el coronel de las Brigadas Internacionales Hans Kahle.

La fotografía del desayuno del grupo en una viña que tomó Buckley, inédita hasta hace tan solo dos años (y que formará parte de la exposición, dedicada a este periodista inglés, que se inaugurará en noviembre en Sitges) demuestra la diferencia de estatus entre el joven Capa y los mayores, a los que sirve champán.

RELACION DE AMOR Y ODIO Aún más: al repasar el Ebro, Hemingway tuvo la oportunidad de hacer una exhibición como macho dominante del grupo remando para rectificar el curso de su barca, que amenazaba con ser arrastrada por la corriente hacia unos hierros retorcidos. A pesar de la larga relación de amor y odio que mantendría con Capa, en su relato de los hechos, tanto él como los otros periodistas no citaron a los fotógrafos presentes (igual que tampoco dan los nombres de los remeros locales que alquilaron): es decir, al personal auxiliar.

La excursión al sur, con el Ejército del Ebro a punto de retirarse a la ribera norte del río y un Líster poco dispuesto a tener periodistas por en medio, aunque sí agradecido por la pluma que le regalaron, duró poco. Y apenas hubo acción fotografiable. Así que poco después Robert Capa se trasladó a Seròs (el investigador y experto en la obra del fotógrafo Carles Querol, de nuevo, ha modificado la ubicación oficial de los hechos, datados hasta ahora en Fraga, Huesca), donde la pequeña ofensiva de distracción en el Segre se convirtió en el dramático (e infinitamente más real que las fotografías que tomó en 1936 en Córdoba) reportaje This is War, una de las piezas de la exposición que puede visitarse hasta septiembre en el MNAC.

Aún así, las imágenes del frente del Ebro tienen un importante valor testimonial.

VALOR TESTIMONIAL En la fotografía que tomó Capa poco antes de cruzar el río, aún con las aguas calmadas, aparece el puente volado durante la batalla y las casas bombardeadas en la ribera sur del Ebro. Algunas, a los pies del castillo, se mantienen intactas 70 años después. Otra imagen captada por Capa y por Buckley, la de una casa partida por la mitad con la mesa lista para la comida a la vista desde la calle, le hizo exclamar a Hemingway una de sus fanfarronadas bélicas más repetidas: "Esto demuestra qué hay que hacer cuando hay un bombardeo: quedarse sentados en la mesa del comedor".