Un submarino nuclear ruso con 10 personas a bordo se hundió ayer en el mar de Barents, las mismas aguas en las que hace tres años naufragó el Kursk , una tragedia muy viva en el recuerdo ruso puesto que murieron sus 118 tripulantes. Sólo uno de los 10 ocupantes del K-159 fue rescatado con vida, y fueron recuperados dos cadáveres. Este accidente pone de nuevo en cuestión la seguridad de la Armada rusa y en alerta a organizaciones medioambientales, que temen que se produzcan fugas radiactivas.

CELERIDAD DE PUTIN

A diferencia de hace tres años, cuando el presidente Vladimir Putin se mantuvo en silencio y siguió con sus vacaciones en el mar Negro pese a la tragedia del Kursk , ayer, el líder del Kremlin reaccionó rápido y prometió desde la isla italiana de Cerdeña "una pormenorizada investigación sobre las razones de la tragedia".

El K-159 , que entró en servicio en 1963 y cuya vida útil terminó en 1989, se hundió al desprenderse por una tormenta los cuatro pontones que lo sujetaban. El sumergible, con los dos reactores desconectados y sin armamento a bordo, era remolcado para su desguace cuando se produjo la tragedia.

Según reveló un funcionario de alto rango que acompañaba a Putin en su visita a Cerdeña, durante la operación de remolque "se violaron todas las reglas imaginables sobre seguridad". La fuente, citada por la agencia Itar-Tass, explicó que "el submarino había sido atado de manera endeble a los pontones que permitían su transporte, que cedieron por el oleaje".

AYUDA NORUEGA RECHAZADA

El primer ministro noruego, Kjell Magne Bondevik, ofreció su ayuda a Rusia para las labores de rescate, ofrecimiento que fue rechazado "Nos han agradecido la oferta pero dicen que no necesitan de nuestra asistencia" explicó Bondevik., informa J. M. Mielgo.